en estas catequesis, estamos meditando sobre la oración en
las cartas de San Pablo y estamos tratando de ver como la oración cristiana es
un verdadero encuentro personal con Dios Padre, en Cristo, por medio del
Espíritu Santo. Hoy en este encuentro entran en diálogo el “sí” fiel de a Dios
y el "amén" confiando de los creyentes. Quisiera hacer hincapié en
esta dinámica, deteniéndome en la Segunda Epístola a los Corintios. San Pablo
envía esta carta apasionada a una Iglesia que ha cuestionado reiteradamente su
apostolado, y él abre su corazón, para que los beneficiarios tengan confianza
de su lealtad a Cristo y al Evangelio. Esta Segunda Epístola a los Corintios
comienza con una de las oraciones de bendición más altas del Nuevo Testamento y
dice así: “Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las
misericordias y Dios de todo consuelo, que nos reconforta en todas nuestras
tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo
que recibimos de Dios”(2 Cor 1,3-4).
Anoche se celebró en nuestra parroquia la Vigilia de Pentecostés, la cual empezó con la celebración de la Santa Misa. Durante la misma, el grupo de Intercesores consagrados de nuestra parroquia renovaron sus promesas y su consagración a la Santísima Trinidad. Después de la celebración eucarística se expuso el Santísimo y se dió inicio a la vigilia con cantos y charlas en esta ocasión enfocadas en el gran amor de Dios.
A continuación puedes disfrutar de los videos y fotos de la celebración.
Estoy feliz por celebrar con ustedes esta Santa Misa,
animada hoy, también por el Coro de la Academia de Santa Cecilia y por la
Orquesta Juvenil –a la que agradezco-, en la Solemnidad de Pentecostés. Este
misterio constituye el bautismo de la Iglesia, es un evento que le ha dado, por
así decir, la forma inicial y el impulso para su misión. Y esta «forma» y este
«impulso» son siempre válidos, siempre actuales, y se renuevan de modo particular
mediante las acciones litúrgicas. Esta mañana quisiera detenerme en un aspecto
esencial del misterio de Pentecostés, que en nuestros días conserva toda su
importancia. Pentecostés es la fiesta de la unión, de la comprensión y de la
comunión humana. Todos podemos constatar cómo en nuestro mundo, aun si estamos
cada vez más cercanos unos de otros con el desarrollo de los medios de
comunicación, y las distancias geográficas parecen desaparecer, la comprensión
y la comunión entre las personas muchas veces es superficial y difícil.
Permanecen desequilibrios que no rara vez conducen a conflictos; el diálogo
entre las generaciones se hace fatigoso y en ocasiones prevalece la
contraposición; asistimos a eventos cotidianos en los cuales nos parece que los
hombres se están haciendo más agresivos y malhumorados; comprenderse parece
demasiado difícil y se prefiere permanecer en el propio yo, en los propios
intereses. En esta situación ¿podemos verdaderamente encontrar y vivir aquella
unidad de la que tenemos tanta necesidad?
Hoy celebramos la gran fiesta de Pentecostés, que lleva a
cumplimiento el Tiempo de Pascua, cincuenta días después del Domingo de
Resurrección. Esta solemnidad nos hace recordar y revivir la efusión del
Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los demás discípulos, reunidos en oración
con la Virgen María en el Cenáculo (Cfr. Hch 2, 1-11). Jesús, resucitado y
ascendido al cielo, envía su Espíritu a la Iglesia, a fin de que cada cristiano
pueda participar en su misma vida divina y llegar a ser su válido testigo en el
mundo. El Espíritu Santo, irrumpiendo en la historia, vence la aridez, abre los
corazones a la esperanza, anima y favorece en nosotros la madurez interior en
la relación con Dios y con el prójimo.
El Espíritu, que “ha hablado por medio de los profetas”, con
los dones de la sabiduría y de la ciencia sigue inspirando a las mujeres y a
los hombres que se empeñan en la búsqueda de la verdad, proponiendo vías
originales de conocimiento y de profundización del misterio de Dios, del hombre
y del mundo. En este contexto, me alegra anunciar que el próximo 7 de octubre,
al inicio de la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, proclamaré a san
Juan de Ávila y a santa Hildegarda de Bingen Doctores de la Iglesia universal.
El miércoles pasado mostré como San Pablo dice que el Espíritu Santo, el gran maestro de la oración, nos enseña a dirigirnos a Dios con palabras de hijos afectuosos, llamándolo "¡Abbá, Padre." Así hizo Jesús, incluso en el momento más dramático de su vida terrena, Él nunca perdió la fe en el Padre y siempre lo invocó con la intimidad del Hijo amado. En Getsemaní, cuando siente la angustia de la muerte, su oración es: "¡Abbá! ¡Padre!.Todo es posible para ti: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Marcos 14:36).
Desde los primeros pasos de su camino, la Iglesia ha aceptado esta invocación y la ha hecho suya, sobre todo en la oración del Padre Nuestro, donde todos los días decimos: "Padre ... Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" (Mt 6:9-10). En las Cartas de San Pablo la encontramos en dos ocasiones. El Apóstol, como acabamos de escuchar, se dirige a los Gálatas con estas palabras: "Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abbá!, es decir, ¡Padre!” (Gal 4,6). Y en medio de aquel canto al Espíritu Santo que es el octavo capítulo de la Carta a los Romanos, San Pablo reitera: "Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, a través del cual nos hace exclamar "¡Abbá! Padre! "(Romanos 8:15).
La santa de lo imposible. Fue una hija obediente, esposa fiel, esposa maltratada, madre, viuda, religiosa, estigmatizada y santa incorrupta. Santa Rita lo experimentó todo pero llegó a la santidad porque en su corazón reinaba Jesucristo.
Cuarenta días después de la Resurrección -según el Libro de
los Hechos de los Apóstoles- Jesús ascendió al Cielo, es decir regresó al
Padre, del cual había sido enviado al mundo. En muchos Países este misterio es
celebrado no el jueves, sino hoy, el domingo siguiente. La Ascensión del Señor
marca el cumplimiento de la salvación iniciada con la Encarnación. Después de
haber instruido por última vez a sus discípulos, Jesús sube al cielo. Él, sin
embargo no se separó de nuestra condición; en efecto, en su humanidad, asumió
con Él a los hombres en la intimidad del Padre y así ha revelado la destinación
final de nuestro peregrinar terreno. Así como por nosotros descendió del Cielo,
y por nosotros ha sufrido y a muerto sobre la cruz, también por nosotros ha
resucitado y ha regresado a Dios, que por ello no está lejano.
Hoy en nuestra parroquia 38 niños recibieron por primera vez a Jesucristo en la Eucaristía. A continuación encontrarás todos los videos y algunas fotos de la gran celebración.
Texto completo de la catequesis de Benedicto XVI: tomada de RADIO VATICANO
Queridos hermanos y hermanas, en la última catequesis hemos reflexionado sobre la oración en los Hechos de los Apóstoles, hoy me gustaría empezar a hablar acerca de la oración en las Cartas de San Pablo, el Apóstol de los gentiles. En primer lugar quisiera señalar que no es casualidad que sus Cartas se introduzcan y terminen con expresiones de oración: al principio de acción de gracias y de alabanza, y al final de esperanza de que la gracia de Dios guíe el camino de las comunidades a las que se dirige el escrito. Entre la fórmula de apertura: "Doy gracias a Dios por medio de Jesucristo" (Romanos 1,8), y el saludo final: "que la gracia del Señor Jesús permanezca con todos vosotros" (1 Corintios 16:23), se desarrollan los contenidos de las Cartas del Apóstol. La de San Pablo es una oración que se manifiesta con una gran variedad de formas, que van desde la acción de gracias a la bendición, de la alabanza a la petición y a la intercesión, del himno a la súplica: una variedad de expresiones que demuestran cómo la oración implica y penetra todas las situaciones de la vida, tanto las personales como las de la comunidad a la que van dirigidas.
Un primer elemento que el Apóstol nos quiere hacer entender es que la oración no debe ser vista simplemente como una obra buena hecha por nosotros a Dios, como una propia acción. Ésta es ante todo un don, fruto de la presencia viva, vivificante del Padre y de Cristo Jesús en nosotros. En la Epístola a los Romanos escribe: "Igualmente, el mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables» (Rm 8,26). Y sabemos que es verdad, cuando el apóstol dice que no sabemos orar de modo conveniente. Queremos orar, pero Dios está lejos. No encontramos las palabras, el lenguaje para hablar con Dios, ni tan siquiera el pensamiento. Sólo podemos abrirnos, poner nuestro tiempo a disposición de Dios, esperar que Él nos ayude a entrar en el verdadero diálogo. Y el apóstol dice que esta falta de palabras, esta ausencia de palabras, pero también este deseo de ponerse en contacto con Dios es oración que el Espíritu Santo no sólo entiende, sino que la lleva, e interpreta ante Dios. Precisamente esta debilidad se convierte, mediante el Espíritu Santo, en verdadera oración, en verdadero contacto con Dios. El Espíritu Santo es casi el intérprete que nos hace comprender a nosotros mismos, a Dios, lo que queremos decir.
Etimológicamente significa “don de Dios”. Viene de la lengua hebrea.
Clemente de Alejandría, basándose en la tradición, afirma que San Matías fue uno de los 72 discípulos que el Señor envió a predicar durante su ministerio. Los hechos de los Apóstoles afirman que Matías acompañó al Salvador, desde el Bautismo hasta la Ascensión.
Cuando San Pedro decidió proceder a la elección de un nuevo Apóstol para reemplazar a Judas, los candidatos fueron José, llamado Bernabé y Matías. Finalmente, la elección cayó sobre Matías, quien pasó a formar parte del grupo de los doce.
El Espíritu Santo descendió sobre él en Pentecostés y Matías se entregó a su misión.
Traducción completa de la homilía del Papa tomada de RADIO VATICANO
¡Queridos hermanos y hermanas!
Es grande mi alegría al poder partir con ustedes el pan de
la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Dirijo mi cordial saludo a todos y ¡les
agradezco por el caluroso recibimiento! Saludo a su Pastor, Mons. Riccardo
Fontana, al que agradezco por las corteses expresiones de bienvenida, a los
demás Obispos, los Sacerdotes, los Religiosos y las Religiosas, a los
representantes de las Asociaciones y de los Movimientos eclesiales. Un
deferente saludo al Alcalde, Abogado Giuseppe Fanfani, grato por sus palabras
de saludo, al Senador Mario Monti, Presidente del Consejo de Ministros, y a las
demás Autoridades civiles y militares. Un reconocimiento especial a aquellos
que han colaborado generosamente para ésta, mi Visita Pastoral.
Como es tradición en nuestra parroquia, el sábado 26 de mayo a partir de las 7pm iniciaremos la Vigilia de Pentecostés, donde recibirás el fuego del Espíritu Santo. Te esperamos!
Estos jóvenes españoles han venido trabajando durante 5 años (incluyendo éste, 2012) seguidos promoviendo el rezo del rosario especialmente durante los meses de mayo por ser el mes de nuestra madre María, por eso su nombre de "may feelings".
Este año 2012, pusieron en marcha una iniciativa única y maravillosa en la cual a través de un portal (página mayfeelings.com), cualquier persona puede solicitar oración por sus intenciones, y de paso orar por las intenciones de los demás. Escucha a continuación cómo funciona este portal y cómo nació.
Texto completo de la catequesis del Papa: tomado de RADIO VATICANO
Queridos hermanos y hermanas,
hoy voy a tocar el último episodio de la vida de San Pedro narrado en los Hechos de los Apóstoles: su encarcelamiento por orden de Herodes Agripa y su puesta en libertad por la intervención prodigiosa del Ángel del Señor, en la víspera de su juicio en Jerusalén (cf. del 12,1 a 17).
La historia una vez más está marcada por la oración de la Iglesia. San Lucas, en efecto, escribe: " Mientras Pedro estaba bajo custodia en la prisión, la Iglesia no cesaba de orar a Dios por él" (Hechos 12,5). Y, después de haber salido milagrosamente de la cárcel, con motivo de su visita a la casa de María, la madre de Juan, llamado Marcos, afirma que "un grupo numeroso se hallaba allí reunido en oración” (Hechos 12:12). Entre estas dos anotaciones importantes que ilustran la actitud de la comunidad cristiana frente al peligro y la persecución, se narra la detención y la liberación de Pedro, que comprende toda la noche. La fuerza de la oración incesante de la Iglesia se eleva a Dios y el Señor escucha y cumple una inesperada liberación, mediante el envío de su Ángel.
8 de Mayo 2012 - Felicitaciones a Mons. Roberto González Nieves, OFM por los
35 años de Ordenación Sacerdotal y 13 años como Arzobispo de San Juan de Puerto
Rico.
Texto completo de la catequesis del Papa: tomado de RADIO VATICANO
Queridos hermanos y hermanas,
En las últimas catequesis hemos visto como, en la oración
personal y en común, la lectura y la meditación de las Sagradas Escrituras
abren a la escucha de Dios, que nos habla, e infunden luz para entender el
presente. Hoy quisiera hablar sobre el testimonio y la oración del primer
mártir de la Iglesia, San Esteban, uno de los siete elegidos para el servicio
de la caridad hacia los necesitados. En el momento de su martirio, narrado en
los Hechos de los Apóstoles, se manifiesta una vez más la fructífera relación
entre la Palabra de Dios y la oración.
Esteban es llevado a juicio ante el Sanedrín, donde se le
acusa de haber declarado que "Jesús… destruirá [el templo], y subvertirá
las costumbres que Moisés nos legó" (Hechos 6.14). Durante su vida
pública, Jesús efectivamente había predicho la destrucción del Templo de
Jerusalén: "Destruid este templo y en tres días lo volveré a
levantar" (Jn 2,19). Sin embargo, como señala el evangelista Juan,
"hablaba del templo de su cuerpo. Cuando, después, resucitó de entre los
muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto, y creyeron en la
Escritura y en la palabra de Jesús "(Jn 2:21-22).
Reflexión del Santo Padre previa al rezo del Regina Caeli: (tomada de RADIO VATICANO)
¡Queridos hermanos y hermanas!
El Evangelio de hoy, quinto domingo de Pascua, se abre con la imagen de la viña. Jesús dice a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador» (Jn 15,1). A menudo, en la Biblia, Israel es comparado con la viña fecunda cuando es fiel a Dios; pero, si se aleja de El, se vuelve estéril, incapaz de producir aquel «vino que alegra el corazón del hombre», como canta el Salmo 104 (v. 15). La verdadera viña de Dios, la vid verdadera, es Jesús, que con su sacrificio de amor nos dona la salvación, nos abre el camino para ser parte de esta viña. Y así como Cristo permanece en el amor de Dios Padre, así los discípulos, sabiamente podados por las palabras del Maestro (cfr Jn 15,2-4), se unen de modo profundo a El, convirtiéndose en gajos fecundos, que producen abundante cosecha. San Francisco de Sales escribe: «El ramo unido y conjunto al tronco produce fruto no por propia virtud, sino por virtud de la cepa: entonces, hemos sido unidos por la caridad a nuestro Redentor, como los miembros a la cabeza; he aquí el por qué … las buenas obras, tomando su valor de El, merecen la vida eterna» (Tratado del amor de Dios, XI, 6, Roma 2011, 601).
El Movimiento de los Focolares (obra de María) publica mensualmente la Palabra de Vida en 84 lenguas e idiomas. La misma llega a 14 millones de personas de todo el mundo a través de la prensa, radio, televisión e internet. También recoge testimonios que son el fruto de ponerla en práctica. Para más información del Movimiento en Puerto Rico, puedes escribir a focolarepr@prtc.net
«He venido a traer fuego sobre la Tierra y ¡cuánto desearía
que ya estuviera encendido!» (Lc 12,49).
En el Antiguo Testamento el fuego simboliza la Palabra de
Dios pronunciada por el profeta. Pero,
también, el juicio divino que purifica a su pueblo, cuando pasa por medio de
él.