Párroco: Padre Carlos Pérez

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Párroco: Padre Carlos Pérez

viernes, 29 de junio de 2012

Fiesta de San Pedro y San Pablo - 29 de Junio






texto completo (palabras del Santo Padre durante el rezo del Angelus), tomado de RADIO VATICANO

Queridos hermanos y hermanas,
celebramos con alegría la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, una fiesta que acompaña la historia bimilenaria del pueblo cristiano. Se les llama pilares de la Iglesia naciente. Testigos de la fe, que han ampliado el Reino de Dios con sus distintos dones y según el ejemplo del Divino Maestro, han sellado con su sangre su predicación evangélica. Su martirio es signo de la unidad de la Iglesia, como dice San Agustín: "Un solo día es consagrado para la celebración de la fiesta de los dos apóstoles. Pero también ellos dos eran una sola cosa. A pesar que su martirio tuvo lugar en días diferentes, eran una sola cosa. Pedro fue en primero, Pablo le siguió"(Sermón 295, 8: PL 38, 1352).

miércoles, 27 de junio de 2012

Catequesis del Santo Padre Benedicto XVI, 27 de Junio 2012


catequesis completa tomada de RADIO VATICANO
Queridos hermanos y hermanas

Nuestra oración está hecha, como hemos visto en los pasados miércoles, de silencio y de palabras, de canto y de gestos que implican a toda la persona: desde la boca hasta la mente, del corazón a todo el cuerpo. Es una característica que encontramos en la oración judía, especialmente en los Salmos. Hoy quisiera hablar de uno de los cantos o himnos más antiguos de la tradición cristiana, que San Pablo nos presenta en lo que, en cierto sentido, es su testamento espiritual: la Carta a los Filipenses. Se trata de una carta que el Apóstol escribe mientras está en la cárcel, tal vez en Roma. Él se siente cercano a la muerte, porque afirma que ofrecerá su vida como una libación (cf. Flp 2,17).

domingo, 24 de junio de 2012

Celebración del Primer Aniversario, presentación a la comunidad e institución oficial del Ministerio de Viudas de la Parroquia - 24 de Junio 2012

El año pasado 2011 surgió la idea de formar un grupo de viudas en la parroquia en el cual se pudiese dar apoyo y compañía a las viudas, especialmente en ese momento tan difícil cuando recién pierden a su esposo. El 17 de Junio se realizó la primera reunión del grupo el cual se reúne una vez al mes en el salón parroquial. El grupo además de compartir momentos alegres también reciben charlas educativas.

Hoy, Domingo 24 de Junio 2012, el grupo celebró su primer aniversario y su presentación oficial a la comunidad. En los siguientes videos escucharás su historia completa y podrás ver el brindis, la firma del reglamento que las instituye oficialmente como un "ministerio" de nuestra parroquia, y mucho más. A continuación también encontrarás las fotos de la celebración.

Palabras del Santo Padre previas al Angelus, Domingo 24 de Junio 2012 - San Juan Bautista


texto completo tomado de RADIO VATICANO:
Queridos hermanos y hermanas


Hoy, 24 de junio, celebramos la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista. Si se excluye la Virgen María, el Bautista es el único santo de quien la liturgia festeja el nacimiento y lo hace porque está estrechamente relacionado con el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. Desde el seno materno, en efecto, Juan es el precursor de Jesús: su prodigiosa concepción es anunciada por el Ángel a María como signo de que “nada es imposible a Dios” (Lc 1,37), seis meses antes del grande prodigio que nos da la salvación, la unión de Dios con el hombre es obra del Espíritu Santo. Los cuatro Evangelios resaltan la figura de Juan el Bautista, como profeta que concluye el Antiguo Testamento e inaugura el Nuevo, indicando a Jesús de Nazaret como el Mesías, el Consagrado del Señor. En efecto, será el mismo Jesús que hablará de Juan en estos términos: “Él es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino. Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que Él” (Mt 11, 10-11).

miércoles, 20 de junio de 2012

Catequesis del Santo Padre Benedicto XVI, 20 de Junio 2012


texto completo tomado de RADIO VATICANO
Queridos hermanos y hermanas,

Nuestra oración muy a menudo tiene necesidad de ayuda, es normal para el hombre, porque necesitamos ayuda, necesitamos de los otros, necesitamos a Dios, por eso para nosotros es normal pedir algo de Dios, buscar la ayuda de Dios y debemos recordar que la oración que el Señor nos ha enseñado, el Padre Nuestro, es una oración de petición y con esta oración, el Señor nos enseña las prioridades de nuestra oración. Limpia, purifica nuestros deseos, y así limpia y purifica nuestros corazones. Así que si es algo normal que pidamos en la oración alguna cosa, también es normal que la oración sea una ocasión para dar gracias. Si prestamos un poco de atención, vemos que de Dios recibimos tantas cosas buenas. Es tan bueno con nosotros, que conviene que le demos las gracias. Y debe ser también una oración de alabanza. Nuestro corazón está abierto, porque a pesar de todos los problemas, vemos también la belleza de su creación, la bondad que se muestra en su creación. Así que debemos no solo rogar, sino también alabar y dar las gracias. Sólo así nuestra oración es completa.

domingo, 17 de junio de 2012

Iniciamos a las 7pm con la Misa, 


Te esperamos!!!









Celebración de la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús - 7mo Aniversario de la Cofradía

La celebración de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús inició con un triduo los días 12, 13 y 14, y concluyó con la gran celebración el Viernes 15 de Junio, 2012. En esta fiesta también se celebró el 7mo Aniversario de la Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús en la cual se unieron 5 nuevos cofrades.

A continuación podrás encontrar algunas fotos de la celebración, entre las cuales esta la celebración eucarística el primer viernes de Junio, que se llevo a cabo en el Canal 13, que se ofreció por el 7mo aniversario de la Cofradía y por la salud del papá del Padre Carlos.




Palabras del Santo Padre en el rezo del Angelus, Domingo 17 de Junio 2012


texto completo tomado de RADIO VATICANO
Queridos hermanos y hermanas,


La liturgia de hoy nos ofrece dos breves parábolas de Jesús: la de la semilla que crece por sí misma y la de la semilla de mostaza (cfr Mc 4,26-34). A través de imágenes del mundo de la agricultura, el Señor presenta el misterio de la Palabra y del Reino de Dios, e indica las razones de nuestra esperanza y nuestro compromiso.

En la primera parábola, la atención se centra en el dinamismo de la siembra: la semilla que se echa en el suelo, tanto si el agricultor duerme, como si está despierto, sigue creciendo y germinando por su cuenta. El hombre siembra con la confianza de que su trabajo no será infructuoso. Lo que sostiene al agricultor en sus fatigas diarias es, precisamente, la confianza en la fuerza de la semilla y en la bondad de la tierra. Esta parábola recuerda el misterio de la creación y la redención, de la obra fecunda de Dios en la historia. Es Él el Señor del Reino, el hombre es su humilde colaborador, que contempla y disfruta de la acción creadora divina y espera pacientemente sus frutos. La cosecha final nos hace pensar en la intervención conclusiva de Dios al final de los tiempos, cuando Él realizará plenamente su Reino. El tiempo presente es el tiempo de la siembra, y el crecimiento de la semilla está asegurado por el Señor. Todo cristiano, por lo tanto, sabe muy bien que debe hacer todo lo posible, pero que el resultado final depende de Dios: esta conciencia lo sostiene en la fatiga cotidiana, especialmente en situaciones difíciles. En este contexto - escribe san Ignacio de Loyola: "Actúa como si todo dependiera de ti, sabiendo muy bien que, en realidad, todo depende de Dios." (cfr Pedro de Ribadeneira, Vida de San Ignacio de Loyola, Milán, 1998).

miércoles, 13 de junio de 2012

Catequesis del Santo Padre Benedicto XVI, 13 de Junio 2012


texto tomado de RADIO VATICANO
Queridos hermanos y hermanas,


el encuentro diario con el Señor y la frecuencia en los sacramentos puede abrir nuestras mentes y nuestros corazones a su presencia, a sus palabras, a su acción. La oración no es sólo el respiro del alma, sino que - para usar una imagen - también es un oasis de paz, en el que podemos encontrar el agua que alimenta nuestra vida espiritual y transforma nuestra existencia. Y Dios nos atrae hacia sí, nos hace subir la montaña de la santidad, para que nos acerquemos cada vez más a Él, ofreciéndonos a lo largo del camino sus luces y consuelos. Ésta es la experiencia personal a la que se refiere san Pablo, en el capítulo 12 de la Segunda Carta a los Corintios, sobre el que deseo detenerme hoy.
Ante quienes cuestionaban la legitimidad de su apostolado, él no enumera tanto las comunidades que había fundado, los kilómetros que había recorrido; no se limita a recordar las dificultades y la oposición que enfrentó con el fin de anunciar el Evangelio, sino que indica su relación con el Señor, una relación tan intensa, que se caracteriza también por momentos de éxtasis, de contemplación profunda (cf. 2 Cor 12,1), por lo que no se jacta de lo que hizo, de su fuerza, de sus actividades, de su éxitos, sino de la acción que ha hecho Dios en él y a través de él. Con gran humildad, cuenta, en efecto, el momento en el que vivió la experiencia particular de ser arrebatado y llevado al cielo de Dios. Recuerda que catorce años antes del envío de la carta - así dice " fue arrebatado al tercer cielo" (v. 2). Con el lenguaje y los modos del que cuenta algo que no se puede contar, san Pablo habla de ese hecho, incluso en tercera persona; afirma que un hombre fue arrebatado al "jardín" de Dios, al paraíso. La contemplación es tan profunda e intensa que el Apóstol no recuerda, ni siquiera, los contenidos de la revelación recibida, pero sí recuerda bien la fecha y las circunstancias en las que el Señor lo había aferrado de forma tan total, atrayéndolo hacia sí, como había hecho en el camino a Damasco, en el momento de su conversión (cf. Fil 3,12).

domingo, 10 de junio de 2012

Palabras del Santo Padre Benedicto XVI previas al rezo del Angelus, en la fiesta del Corpus Christi, 10 Junio 2012


texto completo tomado de RADIO VATICANO:



También el Cuerpo de Cristo bajo los escombros
¡Queridos hermanos y hermanas!
Hoy, en Italia y en muchos otros Países, se celebra el Corpus Domini, o sea la fiesta solemne del Cuerpo y Sangre del Señor, la Eucaristía. Es una tradición siempre viva, en este día, realizar solemnes procesiones con el Santísimo Sacramento, por las calles y plazas. En Roma esta procesión se ha ya llevado a cabo a nivel diocesano el pasado jueves, día preciso de esta conmemoración, que cada año renueva en los cristianos el gozo y la gratitud por la presencia eucarística de Jesús en medio de nosotros.

La fiesta del Corpus Domini es un gran acto de culto publico de la Eucaristía, Sacramento en el cual el Señor permanece presente también más allá del tiempo de la celebración, para estar siempre con nosotros, a lo largo del transcurrir de las horas y de los días. Ya san Justino, que nos ha dejado uno de los testimonios más antiguos sobre la liturgia eucarística, afirma que, después de la distribución de la comunión a los presentes, el pan consagrado venía llevado por los diáconos también a los ausentes (cfr Apología, 1, 65). Por ello en las iglesias el lugar más sagrado es justamente aquel en el que se custodia la Eucaristía. Con este motivo no puedo dejar de pensar con conmoción en las numerosas iglesias que han sido gravemente dañadas por el reciente terremoto en Emilia Romagna, en el hecho que también el Cuerpo eucarístico de Cristo, en el tabernáculo, ha permanecido en algunos casos bajo los escombros. Con afecto rezo por las comunidades, que con sus sacerdotes deben reunirse para la Santa Misa al abierto o en grandes carpas; les agradezco por su testimonio y por cuanto están haciendo a favor de la entera población. Es una situación que hace resaltar una vez más la importancia de estar unidos en el nombre del Señor, y la fuerza que proviene del Pan eucarístico, llamado también «pan de los peregrinos». Del compartir este Pan nace y se renueva la capacidad de compartir también la vida y los bienes, de cargar con los pesos de los otros, de ser hospitalarios y acogedores.

miércoles, 6 de junio de 2012

Mes del Sagrado Corazón de Jesús

Adoramos el Corazón de Cristo porque es el corazón del Verbo encarnado, del Hijo de Dios hecho hombre
Autor: Teresa Fernández del Castillo | Fuente: Catholic.net

Explicación de la fiesta
La imagen del Sagrado Corazón de Jesús nos recuerda el núcleo central de nuestra fe: todo lo que Dios nos ama con su Corazón y todo lo que nosotros, por tanto, le debemos amar. Jesús tiene un Corazón que ama sin medida.
Y tanto nos ama, que sufre cuando su inmenso amor no es correspondido.
La Iglesia dedica todo el mes de junio al Sagrado Corazón de Jesús, con la finalidad de que los católicos lo veneremos, lo honremos y lo imitemos especialmente en estos 30 días.
Esto significa que debemos vivir este mes demostrandole a Jesús con nuestras obras que lo amamos, que correspondemos al gran amor que Él nos tiene y que nos ha demostrado entregándose a la muerte por nosotros, quedándose en la Eucaristía y enseñándonos el camino a la vida eterna.
Todos los días podemos acercarnos a Jesús o alejarnos de Él. De nosotros depende, ya que Él siempre nos está esperando y amando.

Debemos vivir recordandolo y pensar cada vez que actuamos: ¿Qué haría Jesús en esta situación, qué le dictaría su Corazón? Y eso es lo que debemos hacer (ante un problema en la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, con nuestras amistades, etc.).
Debemos, por tanto, pensan si las obras o acciones que vamos a hacer nos alejan o acercan a Dios.
Tener en casa o en el trabajo una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, nos ayuda a recordar su gran amor y a imitarlo en este mes de junio y durante todo el año.

Origen de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús

Catequesis del Santo Padre Benedicto XVI, 6 de Junio 2012

Texto completo de la catequesis del Papa: tomado de RADIO VATICANO
Queridos hermanos y hermanas,
"La familia, el trabajo y la fiesta": éste fue el tema del VII Encuentro Mundial de las Familias, que se celebró recientemente en Milán. Todavía llevo en mis ojos y en mi corazón las imágenes y las emociones de este evento inolvidable y maravilloso, que ha transformado Milán en una ciudad de las familias: familias provenientes de todo el mundo, unidas por la alegría de creer en Jesucristo. Estoy profundamente agradecido a Dios por haberme permitido vivir esta cita "con" las familias y "para" la familia. En cuantos me han escuchado en estos días he encontrado una sincera disposición para acoger y ser testigos del "evangelio de la familia". Sí, porque no hay futuro para la humanidad sin la familia; especialmente los jóvenes, para aprender los valores que dan sentido a la existencia, tienen necesidad de nacer y crecer en esa comunidad de vida y de amor que Dios ha querido para el hombre y la mujer.El encuentro con las numerosas familias de diferentes continentes me ha dado la feliz oportunidad de visitar por primera vez, como Sucesor de Pedro, la archidiócesis de Milán. Me dieron la bienvenida con gran cordialidad -y de ello estoy profundamente agradecido - el cardenal Angelo Scola, los presbíteros y todos los fieles, así como el alcalde y las demás autoridades. He podido experimentar de cerca la fe de la población ambrosiana, rica de historia, de cultura, de humanidad y de caridad operante. En la Piazza del Duomo, símbolo y corazón de la ciudad, tuvo lugar la primera cita de esta intensa visita pastoral de tres días. No puedo olvidar el cálido abrazo de la multitud de Milán y de los participantes en el VII Encuentro Mundial de las Familias, que me han acompañado luego durante todo el camino de mi Visita, con las calles llenas de gente. Una multitud de familias en fiesta, que con sentimientos de profunda participación se ha unido, de manera particular, al pensamiento cordial y solidario que he querido desde el principio dirigir a las personas necesitadas de ayuda y de consuelo, afligidas por diversos motivos de preocupación, especialmente a las familias más afectadas por la crisis económica y a las queridas poblaciones afectada por el terremoto. En este primer encuentro con la ciudad he querido hablar primero al corazón de los fieles ambrosianos, instándoles a vivir su fe en su propia experiencia personal y comunitaria, privada y pública, para fomentar un auténtico "bien-estar" a partir de la familia, que ha de ser redescubierta como patrimonio principal de la humanidad. ¡Desde lo alto de la Catedral, la estatua de la Virgen con los brazos extendidos, parecía acoger con ternura maternal a todas las familias de Milán y del mundo entero!

Palabra de Vida - Mes de Junio

El Movimiento de los Focolares (obra de María) publica mensualmente la Palabra de Vida en 84 lenguas e idiomas. La misma llega a 14 millones de personas de todo el mundo a través de la prensa, radio, televisión e internet. También recoge testimonios que son el fruto de ponerla en práctica. Para más información del Movimiento en Puerto Rico, puedes escribir a focolarepr@prtc.net

A continuación encontrarás la Palabra de Vida del mes de Junio 2012, tomado de la página oficial del Movimiento de los Focolares. Autor: Chiara Lubich



«Busquen no el alimento perecedero, sino el alimento que permanece para la vida eterna, el que les da el Hijo del hombre».
Jesús, después de haber saciado a las multitudes con la multiplicación de los panes, junto al Lago de Tiberíades, cruzó a escondidas hacia la otra orilla, a la zona de Cafarnaúm, para alejarse de la muchedumbre que quería proclamarlo rey. Muchos, todavía, se habían puesto de igual modo a buscarlo y lo habían encontrado. Pero Él no aceptó su entusiasmo, demasiado interesado. Ellos habían comido el pan milagroso, pero se quedaron en la única ventaja material sin captar el significado profundo de ese pan que trae Jesús, el enviado del Padre, para dar la verdadera vida al mundo. Ven en Él solamente a un taumaturgo, a un Mesías terrenal, capaz de procurarles el alimento material en abundancia y a buen mercado. Y en este contexto, Jesús les dirige estas palabras:

domingo, 3 de junio de 2012

Homilía del Santo Padre Benedicto XVI en el marco del Encuentro Mundial de las Familias y Fiesta de la Santísima Trinidad- Domingo 3 de Junio 2012


Texto completo de la homilía del Papa, en español, tomado de RADIO VATICANO

Venerados hermanos,
Ilustres autoridades,
Queridos hermanos y hermanas
Es un gran momento de alegría y comunión el que vivimos esta mañana, con la celebración del sacrificio eucarístico. Una gran asamblea, reunida con el Sucesor de Pedro, formada por fieles de muchas naciones. Es una imagen expresiva de la Iglesia, una y universal, fundada por Cristo y fruto de aquella misión que, como hemos escuchado en el evangelio, Jesús confió a sus apóstoles: Ir y hacer discípulos a todos los pueblos, «bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 18-19). Saludo con afecto y reconocimiento al Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán, y al Cardenal Ennio Antonelli, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, artífices principales de este VII Encuentro Mundial de las Familias, así como a sus colaboradores, a los obispos auxiliares de Milán y a los demás obispos. Saludo con alegría a todas las autoridades presentes. Mi abrazo cordial va dirigido sobre todo a vosotras, queridas familias. Gracias por vuestra participación.
En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos ha recordado que en el bautismo hemos recibido el Espíritu Santo, que nos une a Cristo como hermanos y como hijos nos relaciona con el Padre, de tal manera que podemos gritar: «¡Abba, Padre!» (cf. Rm 8, 15.17). En aquel momento se nos dio un germen de vida nueva, divina, que hay que desarrollar hasta su cumplimiento definitivo en la gloria celestial; hemos sido hechos miembros de la Iglesia, la familia de Dios, «sacrarium Trinitatis», según la define san Ambrosio, pueblo que, como dice el Concilio Vaticano II, aparece «unido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Const. Lumen gentium, 4). La solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, que celebramos hoy, nos invita a contemplar ese misterio, pero nos impulsa también al compromiso de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la Trinidad. Estamos llamados a acoger y transmitir de modo concorde las verdades de la fe; a vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo gozos y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorando los diferentes carismas bajo la guía de los pastores. En una palabra, se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más una familia, capaces de reflejar la belleza de la Trinidad y de evangelizar no sólo con la palabra. Más bien diría por «irradiación», con la fuerza del amor vivido.