por: Laura Quintero
Cuesta mucho esperar.
En tiempos en que reina la inmediatez y todo lo tenemos al alcance de la
mano, ya no comprendemos el sentido de la espera. “¿Esperar para qué?”,
podríamos preguntar al recurrir a ese trillado refrán de “la luz de alante es
la que alumbra”. Pero, ¿qué luz es la
que tenemos por delante? y, ¿cuán potente es esa luz? Dos preguntas que, sin duda alguna, nos
ayudarían a entender el camino, verdad y vida que estamos construyendo al
andar.
El Papa Francisco ha profundizado sobre este tema en su
primera encíclica Lumen Dei (pág. 5): “el hombre ha renunciado a la búsqueda de
una luz grande, de una verdad grande, y se ha contentado con pequeñas luces que
alumbran el instante fugaz, pero que son incapaces de abrir el camino”. Y más adelante agrega que la luz de la fe
tiene la capacidad de iluminar TODA nuestra existencia.
¿Tú crees esto? ¿Crees que Jesús puede hacer todo lo que le
pides? ¿Incluso en esas áreas de tu vida que por tanto tiempo has mantenido
ocultas en la sombra? Si realmente lo
crees, ¿por qué te cuesta tanto esperar?
Ya sea para ver los frutos de tu esfuerzo, para lograr cambios a tu
alrededor, encontrar la pareja sentimental que anhelas o el trabajo donde
puedas ganarte el pan, la espera paciente tiene su recompensa cuando se
sostiene en el amor y la esperanza.
La Iglesia fundada por Cristo hace 2,013 años te provee en el
adviento un tiempo para meditar y esperar: ¿Cuál luz es la que tenemos por
delante? Y, ¿cuán potente es esa luz?
Dice la escritura que unos magos de Oriente se pusieron en
camino bajo la luz de una estrella que “iba delante de ellos hasta que se
detuvo en el lugar en que estaba el niño”. (Mc 2,9). Estos magos supieron conocer el origen
sobrenatural de esa luz porque, en efecto, “una luz tan potente no puede
provenir de nosotros mismos; ha de venir de una fuente más primordial; tiene
que venir, en definitiva, de Dios” (Lumen Dei, pág. 6). Somos capaces de esperar en la medida en que
reconocemos que no hay otra fuente más potente y plena, capaz de iluminar toda
nuestra existencia.
Si quieres ser testigo de la luz que ilumina todo el trayecto
del camino y toda tu existencia, debes aprender a esperar. Pero la ventaja de la espera es que se hace
presencia al mismo tiempo. Al proponerte
esperar en Dios estás asintiendo a su llegada. Y es ahí - cuando has dicho “sí”
a su obra - que se hace presente. Por eso la anunciación fue simultaneamente
encarnación porque con cada sí que le das a Dios abres un espacio para la
morada del Espíritu Santo.
Espero que pudas aprovechar este tiempo santo para crecer en
intimidad con Dios y cuestionarte si
estás permitiendo que ilumine cada parte de tu vida. Te garantizo que la espera, aunque tediosa al
principio, te llevará al encuentro pleno con el Amor: el verbo encarnado.
Algunos consejos para vivir el Adviento
Adviento significa «presencia»,
o mejor dicho, «llegada». La presencia
de Dios ya ha comenzado, pero ¿qué puedes hacer tú para hacerla crecer en tu
interior, y de tu interior hacia los demás? Aquí compartimos algunos consejos
para vivir este tiempo de adviento como uno de preparación para una llegada
capaz de revolucionar toda la existencia.
¡Haz espacio en tu interior, prepárate y comparte!
1.
Pon la alarma 15 o 20 minutos más temprano para
leer la lectura de cada día.
2.
Medita y cuestiona tu vida a raíz de la Palabra.
3.
Deja algo que te gusta mucho, pero te distrae o
resta tiempo para lo que es verdaderamente importante.
4.
Haz el sacrificio de ir a misas de aguinaldo.
5.
Haz algo por alguien sin buscar recompensa. (A
veces puede ser dentro de tu misma familia)
6.
Antes de acostarte, escribe cartas al niño en
Belén.
7.
Si tienes un talento para el arte o la música,
prepara algo especial sobre el verdadero sentido de la Navidad.
8.
Reúne a la familia o comunidad para hacer los
misterios gozosos del rosario.
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