Tomado de es.catholic.net -- Contiene Audio
Tema I. Estímulos y la Respuesta Personal ante el Resentimiento
Autor: Mayra Novelo de Bardo Voz: Mauricio Pérez
Introducción
Para algunas personas perdonar es signo de debilidad; otras lo consideran un contrasentido porque lo suponen un atentado contra la justica; hay quienes piensan que el perdón se deba condicionarse al ajuste de cuentas o en el mejor de los casos, a la rectificación del agresor. También es frecuente que alguien asegure que perdona cuando en el fondo no está dispuesto a olvidar; o que le parezca razonable perdonar hasta un cierto límite, porque lo contrario resultaría intolerable. O que incluso se considera incapaz de perdonar determinada ofensa, aunque quisiera hacerlo.
No podemos ocultar que el tema del perdón es difícil, pero mucho más difícil es el vivirlo. Mas debemos reconocer que el perdón es uno de los medios más importantes para alcanzar la felicidad porque estabiliza el alma y la llena de paz.
Para tener éxito en este curso se recomienda a los participantes que, que para el mejor aprovechamiento del mismo, se procure ser sincero consigo mismo, especialmente en aquellos puntos en los que de alguna manera pueda verse reflejada su situación personal.
Primera parte: Lo que es el resentimiento
Tema 1
Los estímulos y la respuesta personal
Para saber cómo debo evitar algo que me hace daño, debo conocer qué es, de dónde viene y cómo actúa. Explicaremos lo qué es el resentimiento, sus estímulos y la respuesta que personalmente podemos dar ante ellos.
El resentimiento suele aparecer como una reacción a un estímulo negativo que nos hiere. Ordinariamente se presenta en forma de ofensa o agresión. No toda ofensa produce un resentimiento, pero todo resentimiento va siempre precedido de una ofensa.
Los estímulos del resentimiento
Las ofensas que causan resentimiento pueden presentarse de diversas formas:
1. Acción, de alguien contra mí: cuando me agreden físicamente, me insultan o me calumnian.
2. Omisión, cuando no recibo lo que esperaba como una invitación, un agradecimiento por el servicio prestado o el reconocimiento por el esfuerzo realizado.
3. Circunstancias: se puede estar “resentido” por la situación socioeconómica personal, por algún defecto físico, o por las enfermedades que se padecen y no se aceptan.
En cualquiera de los casos anteriores, el estímulo que provoca la reacción del resentimiento puede ser real y ser juzgado por el la persona ofendida con objetividad. Puede tener fundamento real pero estar exageradopor el sujeto, como aquél que considera que recibió un golpe de graves consecuencias cuando a penas lo tocaron, o el que piensa que nunca le agradecen sus servicios, porque en una ocasión concreta no le dieron las gracias, o el que se siente invadido de cáncer cuando sólo tiene un tumor incipiente.
La reacción del resentimiento también puede responder a un estímulo imaginario, como el que interpreta una frase desagradable como intento de difamación o el que no recibe el saludo de alguien – que tal vez ni siquiera lo vio- y lo traduce como un desprecio, o el que se considera socialmente marginado por culpa de los demás.
Estas formas muestran, por tanto, en qué medida el resentimiento depende del modo como se mire una misma realidad. O más concretamente, de cómo se juzguen las ofensas recibidas (con objetividad, exageración o de manara imaginaria), esto explica el que muchos resentimientos que almacenamos sean completamente gratuitos, porque dependen de la propia subjetividad que aparta de la realidad, exagerando o imaginando situaciones o hechos que no se han producido o no están en la intención de nadie.
La respuesta personal
El resentimiento es una reacción ante la agresión que cuando no interviene la razón humana encauzando o rectificando la reacción, esta se convierte en algo negativo. Por esto lo determinante en un resentimiento no está en la “ofensa “recibida, sino en la respuesta personal.
Y esta respuesta depende de cada quien, porque nuestra libertad nos confiere el poder de orientar de alguna manera nuestras reacciones. Covey advierte en “Los 7 Hábitos de la Gente Eficaz” que “no es lo que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que más nos daña, es nuestra respuesta. Si perseguimos a la víbora venenosa que nos ha mordido, lo único que conseguiremos será provocar que el veneno se extienda por todo nuestro cuerpo. Es mucho mejor tomar medidas inmediatas para extraer el veneno”. Esta alternativa se presenta ante cada agresión: o nos concentramos en quien nos ofendió con su agravio y entonces surgirá el veneno del resentimiento, o lo eliminamos mediante una respuesta adecuada, no permitiendo que permanezca dentro de nosotros. Esto explica que una misma “ofensa” sufrida por varias personas a la vez con la misma intensidad, puede causar en unos sólo un sentimiento fugaz de dolor, mientras los otros pueden quedar resentidos para toda la vida. ¿Es posible realmente orientar nuestras reacciones ante las ofensas para que no se conviertan en resentimientos?
La dificultad para poder dar una respuesta adecuada ante una ofensa, es que el resentimiento se sitúa en el nivel emocional de la personalidad, porque esencialmente es un sentimiento, una pasión, un movimiento que se experimenta sensiblemente. Quien está resentido “se siente herido u ofendido” por alguien o por algo que influye contra su persona. Y el manejo de los sentimientos no es sencillo. Unas veces no somos conscientes de ellos y pueden estar actuando dentro de nosotros sin que nos demos cuenta. Hay quienes experimentan una especial dificultad para amar a los demás, porque no recibieron afecto de sus padres en la infancia, pero no pueden resolver el problema por desconocer la causa. Otras veces ocurre que el resentimiento queda reforzado por razones que lo justifican, cuando la persona no sólo se siente herida, sino que se considera ofendida. Cuando sucede esto, el resentimiento se arraiga más, pero sigue siendo emocional, una vivencia sensible. Si un marido es insultado por su esposa, sienteel agravio y nace en él el resentimiento; si además de sentirlo, piensa que ella lo odia, este pensamiento reforzará el sentimiento que está experimentando.
Reflexión:
Cuenta una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto. En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. Éste, profundamente ofendido, sin decir nada, escribió en la arena: –“Hoy, mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro”. Siguieron adelante y divisaron un oasis. Torturados por la sed, ambos echaron a correr y el primero que llegó se tiró al agua de bruces sin pensarlo y, de pronto, comenzó a ahogarse. El otro amigo se tiró al agua enseguida para salvarlo. Al recuperarse, tomó un estilete y escribió en una piedra: –“Hoy, mi mejor amigo me salvó la vida”. Intrigado, el amigo le preguntó: –“¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?”. Sonriendo, el otro le respondió: –“Cuando un gran amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, porque el viento del olvido se lo lleva; en cambio, cuando nos pase algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento en todo el mundo podrá borrarlo”.
Aplicación: ¿las ofensas voluntarias o involuntarias que recibo ¿las escribo en arena para que el viento del olvido las borre o las grabo en piedra de la memoria de mi corazón?
Cuestionario práctico
El cuestionario práctico nos ayuda y llena de luz porque confronta nuestra vida con las exigencias objetivas de la vocación cristiana, haciéndonos conocer las desviaciones o avances positivos, así como la raíz más profunda de sus causas. Nos ayuda también a suscitar dentro de nosotros una actitud de contrición, al propósito de superación cuando vemos lo negativo y de gratitud con Dios cuando reconocemos con sencillez nuestro progreso. Además el católico, el cristiano es un soldado de Jesucristo que con frecuencia debe limpiar, afilar y ajustar la armadura según lo recomienda San Pablo: “Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder, revestíos de la armadura de Dios para que podáis resistir contra las asechanzas del diablo…y tras haber vencido todo, os mantengáis firmes” (Ef.6. 10-13)
El examen de conciencia realizado con seriedad y continuidad, es un gran medio para alcanzar el conocimiento personal, la madurez, la coherencia de vida y el progreso por el camino del bien. Nos hace sensibles al pecado y nos ayuda a superar las tentaciones, pruebas y contrariedades.
A continuación te ofrecemos un cuestionario que te ayudará a examinar tu propia vida, tus principios, tus criterios conforme al criterio del evangelio.
1. ¿Me conozco a mí mismo (a)? ¿Me acepto como soy? ¿Trabajo firmemente por superar mis defectos? ¿Conozco mis cualidades?
2. ¿Acepto mis sentimientos? ¿los manejo, controlo, encauzo adecuadamente? ¿soy una persona serena y equilibrada?
3. ¿Conozco las exigencias de mi vida estado de vida: como hija (o), esposa (a), padre (madre), en mi trabajo? ¿las cumplo con agrado, dedicación, alegría?
4. ¿Me llevo bien con los demás? ¿Soy buen compañero (a), amigo (a) discreto y fiel?
5. ¿Soy capaz de trabajar en equipo? ¿participo, apoyo y colaboro con entusiasmo? ¿o me opongo a las iniciativas y demás ideas que proponen los demás?
6. ¿Soy pesimista? ¿pienso frecuentemente en mis fracasos, en mis metas no logradas?
7. ¿Sé tomar decisiones o vivo al vaivén de mis sentimientos? ¿vivo por convicciones o de acuerdo a lo que sucede a mí alrededor?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario