Párroco: Padre Carlos Pérez

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Párroco: Padre Carlos Pérez

lunes, 26 de diciembre de 2011

Palabras del Santo Padre Benedicto XVI el Domingo 25 de Diciembre 2011

Texto completo tomado de RADIO VATICANO

 Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero

Cristo nos ha nacido. Gloria a Dios en el cielo, y paz a los hombres que él ama. Que llegue a todos el eco del anuncio de Belén, que la Iglesia católica hace resonar en todos los continentes, más allá de todo confín de nacionalidad, lengua y cultura. El Hijo de la Virgen María ha nacido para todos, es el Salvador de todos.

Así lo invoca una antigua antífona litúrgica: «Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro, esperanza de las naciones y salvador de los pueblos, ven a salvarnos, Señor Dios nuestro». Veni ad salvandum nos. Este es el clamor del hombre de todos los tiempos, que siente no saber superar por sí solo las dificultades y peligros. Que necesita poner su mano en otra más grande y fuerte, una mano tendida hacia él desde lo alto. Queridos hermanos y hermanas, esta mano es Cristo, nacido en Belén de la Virgen María. Él es la mano que Dios ha tendido a la humanidad, para hacerla salir de las arenas movedizas del pecado y ponerla en pie sobre la roca, la roca firme de su verdad y de su amor (cf. Sal 40,3).

Homilia del Santo Padre Benedicto XVI en la misa de Gallo, 24 de diciembre 2011

HOMILÍA COMPLETA tomada de RADIO VATICANO

Queridos hermanos y hermanas

La lectura que acabamos de escuchar, tomada de la Carta de san Pablo Apóstol a Tito, comienza solemnemente con la palabra apparuit, que también encontramos en la lectura de la Misa de la aurora: apparuit – ha aparecido. Esta es una palabra programática, con la cual la Iglesia quiere expresar de manera sintética la esencia de la Navidad. Antes, los hombres habían hablado y creado imágenes humanas de Dios de muchas maneras. Dios mismo había hablado a los hombres de diferentes modos (cf. Hb 1,1: Lectura de la Misa del día). Pero ahora ha sucedido algo más: Él ha aparecido. Se ha mostrado. Ha salido de la luz inaccesible en la que habita. Él mismo ha venido entre nosotros. Para la Iglesia antigua, esta era la gran alegría de la Navidad: Dios se ha manifestado. Ya no es sólo una idea, algo que se ha de intuir a partir de las palabras. Él «ha aparecido». Pero ahora nos preguntamos: ¿Cómo ha aparecido? ¿Quién es él realmente? La lectura de la Misa de la aurora dice a este respecto: «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre» (Tt 3,4). Para los hombres de la época pre-cristiana, que ante los horrores y las contradicciones del mundo temían que Dios no fuera bueno del todo, sino que podría ser sin duda también cruel y arbitrario, esto era una verdadera «epifanía», la gran luz que se nos ha aparecido: Dios es pura bondad. Y también hoy, quienes ya no son capaces de reconocer a Dios en la fe se preguntan si el último poder que funda y sostiene el mundo es verdaderamente bueno, o si acaso el mal es tan potente y originario como el bien y lo bello, que en algunos momentos luminosos encontramos en nuestro cosmos. «Ha aparecido la bondad de Dios y su amor al hombre»: ésta es una nueva y consoladora certidumbre que se nos da en Navidad.

El pesebre de la Plaza de San Pedro que se innauguro el 24 de diciembre en la tarde

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Catequesis del Santo Padre Benedicto XVI, 21 de Diciembre 2011

Texto completo de la catequesis del Papa: tomado de RADIO VATICANO

Queridos hermanos y hermanas:

Con alegría los acojo en esta Audiencia general, cuando faltan pocos días para la celebración de la Navidad del Señor. El saludo que en estos días escuchamos decir a todos es ¡Feliz Navidad! Y los mejores deseos para las fiestas navideñas. Hagamos de forma que, en la sociedad actual, el intercambio de parabienes no pierda su profundo valor religioso y la fiesta no quede atrapada en los aspectos exteriores, que tocan las cuerdas del corazón. Ciertamente, los signos exteriores son lindos e importantes, con tal de que no nos distraigan, sino que más bien nos ayuden a vivir la Navidad en su sentido más verdadero, el sagrado y cristiano, para que nuestra alegría no sea superficial, sino profunda.

Con la liturgia navideña la Iglesia nos introduce en el gran Misterio de la Encarnación. La Navidad, en efecto, no es un simple aniversario del nacimiento de Jesús - que también lo es – sino que es algo más. Es celebrar un Misterio que ha marcado y sigue marcando la historia del hombre – Dios mismo vino a habitar entre nosotros (cfr Jn 1,14), se hizo realmente uno de nosotros; un Misterio que interesa nuestra fe y nuestra existencia; un Misterio que vivimos concretamente en las celebraciones litúrgicas, en particular, en la Santa Misa. Alguien se podría preguntar ¿cómo es posible que yo viva ahora este evento tan lejano en el tiempo? ¿Cómo puedo participar de forma fructuosa en el nacimiento del Hijo de Dios, que fue hace más de dos mil años? En la Santa Misa de la Noche de Navidad, repetiremos en el Salmo Responsorial estas palabras: «Hoy nos ha nacido el Salvador». Este adverbio de tiempo, «hoy», se repite varias veces en todas las celebraciones navideñas se refiere al evento del nacimiento de Jesús y a la salvación que la Encarnación del Hijo de Dios viene a traer. En la Liturgia, este evento supera los límites del espacio y del tiempo y se vuelve actual, presente; su efecto perdura, aún con el pasar de los días, de los años y de los siglos. Indicando que Jesús nace «hoy», la Liturgia no usa una frase sin sentido, sino que subraya que este Nacimiento abarca y penetra toda la historia. Permanece como una realidad, también hoy, a la cual podemos llegar precisamente en la liturgia. Para nosotros los creyentes, la celebración de la Navidad renueva la certeza de que Dios está realmente presente con nosotros, aún en carne, y no está sólo lejos, aún estando con el Padre, está cerca de nosotros. Dios, en ese Niño nacido en Belén, se acercó realmente al hombre, Él mismo es hombre y nosotros lo podemos encontrar ahora, en un «hoy» que no tiene ocaso.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Santo Padre Benedicto XVI celebra misa en honor a Nuestra Señora de Guadalupe en su aniversario 480




HOMILÍA COMPLETA  tomada de RADIO VATICANO

Queridos hermanos y hermanas:
«La tierra ha dado su fruto» (Sal 66,7). En esta imagen del salmo que hemos escuchado, en el que se invita a todos los pueblos y naciones a alabar con júbilo al Señor que nos salva, los Padres de la Iglesia han sabido reconocer a la Virgen María y a Cristo, su Hijo: «La tierra es santa María, la cual viene de nuestra tierra, de nuestro linaje, de este barro, de este fango, de Adán […]. La tierra ha dado su fruto: primero produjo una flor [...]; luego esa flor se convirtió en fruto, para que pudiéramos comerlo, para que comiéramos su carne. ¿Queréis saber cuál es ese fruto? Es el Virgen que procede de la Virgen; el Señor, de la esclava; Dios, del hombre; el Hijo, de la Madre; el fruto, de la tierra» (S. Jerónimo, Breviarum in Psalm. 66: PL 26,1010-1011). También nosotros hoy, exultando por el fruto de esta tierra, decimos: «Que te alaben, Señor, todos los pueblos» (Sal 66,4. 6). Proclamamos el don de la redención alcanzada por Cristo, y en Cristo, reconocemos su poder y majestad divina.

Animado por estos sentimientos, saludo con afecto fraterno a los señores cardenales y obispos que nos acompañan, a las diversas representaciones diplomáticas, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, así como a los grupos de fieles congregados en esta Basílica de San Pedro para celebrar con gozo la solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, Madre y Estrella de la Evangelización de América. Tengo igualmente presentes a todos los que se unen espiritualmente y oran a Dios con nosotros por los diversos países latinoamericanos y del Caribe, muchos de los cuales durante este tiempo festejan el Bicentenario de su independencia, y que, más allá de los aspectos históricos, sociales y políticos de los hechos, renuevan al Altísimo la gratitud por el gran don de la fe recibida, una fe que anuncia el Misterio redentor de la muerte y resurrección de Jesucristo, para que todos los pueblos de la tierra en Él tengan vida. El Sucesor de Pedro no podía dejar pasar esta efeméride sin hacer presente la alegría de la Iglesia por los copiosos dones que Dios en su infinita bondad ha derramado durante estos años en esas amadísimas naciones, que tan entrañablemente invocan a María Santísima.

Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe - 12 de Diciembre

Te invitamos a asistir a la celebración del aniversario número 480 de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe a San Juan Diego en el monte Tepeyac (donde se construyó la gran Basílica en honor de Nuestra Señora), Lunes 12 de Diciembre a las 7pm. Habrá serenata con mariachis, no te la pierdas!

 También durante el día puedes seguir la celebración en vivo desde México, por internet:
http://www.es.catholic.net/virgendeguadalupe/

Para conocer la historia de las apariciones puedes visitar:

Retiro de Adviento

El Sábado 3 de Diciembre de 2011 se realizó en nuestra parroquia el Retiro de preparación para el Adviento.


Para poder preparar realmente nuestros corazones para la llegada de nuestro Salvador, debemos tomar consciencia de lo que la Navidad significa y qué podemos hacer diariamente para abrir y preparar ese árido corazón y hacerlo digno de recibir al Rey de Reyes, nuestro Señor Jesucristo. Es por esto que en el retiro se meditaron los misterios gozosos, sobre las cosas que actualmente nos alejan de Dios y de la comunicación con Él (lo que no nos permite orar correctamente), se habló sobre las diferentes formas de oración (según el catecismo de la Iglesia Católica), se practicaron diferentes ejercicios para aprender a usar la oración en meditación y en contemplación, y también se propusieron ejercicios diarios de penitencia de adviento. 


domingo, 11 de diciembre de 2011

Reflexión del Papa previa al Angelus, Domingo 11 de Diciembre 2011 - 3er Domingo de Adviento - "no desistir de esperar su venida"


texto completo de la reflexión del Papa previa al Ángelus   tomado de RADIO VATICANO

Queridos hermanos y hermanas,

Los textos litúrgicos de este período de Adviento nos renuevan la invitación a vivir en la espera de Jesús, a no desistir de esperar su venida, de tal modo que nos mantengamos en una actitud de apertura y de disponibilidad al encuentro con Él. La vigilancia del corazón, que el cristiano está llamado a ejercitar siempre, en la vida de todos los días, caracteriza particularmente este tiempo en el cual nos preparamos con alegría al misterio de la Navidad (cfr Prefazio dell’Avvento II). El ambiente externo propone los habituales mensajes de tipo comercial aunque si menos por la actual crisis económica. El cristiano está invitado a vivir el Adviento sin dejarse distraer por las luces, pero sabiendo dar el justo valor a las cosas, para fijar la mirada interior en Cristo. De hecho, si perseveramos “vigilantes en la alabanza y alegres en la oración” (ibid.), nuestros ojos serán capaces de reconocer en Él la verdadera luz del mundo, que viene a alumbrar nuestras tinieblas.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Solemnidad de la Inmaculada Concepción - 8 de Diciembre - discurso del Santo Padre Benedicto XVI, 2011

TEXTO DEL DISCURSO DE BENEDICTO XVI EN EL MARCO DEL ACTO DE VENERACIÓN A LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, EN PLAZA DE ESPAÑA: tomado de RADIO VATICANO

Queridos hermanos y hermanas:

La gran fiesta de María Inmaculada nos invita cada año a encontrarnos aquí, en una de las plazas más bellas de Roma, para rendir homenaje a Ella, a la Madre de Cristo y Madre nuestra. Con afecto saludo a todos ustedes aquí presentes, como también a cuantos están unidos a nosotros a través de la radio y la televisión. Y les agradezco por su coral participación en este, mi acto de oración.
En la sumidad de la columna que hoy coronamos, María aparece representada por una estatua que en parte evoca el pasaje del Apocalipsis apenas proclamado: “Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza” (Ap 12,1). ¿Cuál es el significado de esta imagen? Ella representa al mismo tiempo a la Santísima Virgen y a la Iglesia.

Antes que nada la “mujer” del Apocalipsis es María misma. Ella aparece “vestida de sol”, es decir vestida de Dios: la Virgen María en efecto está completamente circundada por la luz de Dios y vive en Dios. Este símbolo de la túnica luminosa claramente expresa una condición que alude a todo el ser de María: Ella es la “llena de gracia”, plena del amor de Dios. Y “Dios es luz”, dice también san Juan (1 Jn 1,5). Es por eso que la “llena de gracia”, la Inmaculada” refleja con toda su persona la luz del “sol” que es Dios.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Reflexión del Domingo del Papa Benedicto XVI después del Angelus, 3 de diciembre 2011 - II Domingo de Adviento - "a Él es necesario abrir la puerta, preparar el camino"

tomado de RADIO VATICANO:

Texto completo de las palabras del Santo Padre previas al rezo del Ángelus


¡Queridos Hermanos y hermanas!

Este domingo marca la segunda etapa del Tiempo de Adviento. Este periodo del año litúrgico pone en evidencia las dos figuras que han tenido un papel preeminente en la preparación de la venida histórica del Señor Jesús: la Virgen María y san Juan el Bautista. Precisamente sobre este último se concentra el texto de hoy del Evangelio de Marcos. De hecho describe la personalidad y la misión del Precursor de Cristo (cfr Mc 1,2-8). Comenzando por el aspecto externo, Juan es presentado como una figura muy ascética: vestido con una piel de camello, se alimenta con langostas y miel silvestre, que encuentra en el desierto de Judea (cfr Mc 1,6). Una vez, el mismo Jesús lo contrapuso a aquellos que “están en los palacios de los reyes” y que “visten con refinamiento” (Mt 11,8). El estilo de Juan el Bautista debería llamar a todos los cristianos a escoger la sobriedad como estilo de vida, especialmente en preparación a la fiesta de la Navidad, en la que el Señor – como diría san Pablo – “ siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9).