texto completo de la reflexión del Papa previa
al Ángelus tomado de RADIO VATICANO
Queridos
hermanos y hermanas,
Los textos
litúrgicos de este período de Adviento nos renuevan la invitación a vivir en la
espera de Jesús, a no desistir de esperar su venida, de tal modo que nos
mantengamos en una actitud de apertura y de disponibilidad al encuentro con Él.
La vigilancia del corazón, que el cristiano está llamado a ejercitar siempre,
en la vida de todos los días, caracteriza particularmente este tiempo en el
cual nos preparamos con alegría al misterio de la Navidad (cfr Prefazio
dell’Avvento II). El ambiente externo propone los habituales mensajes de tipo
comercial aunque si menos por la actual crisis económica. El cristiano está
invitado a vivir el Adviento sin dejarse distraer por las luces, pero sabiendo
dar el justo valor a las cosas, para fijar la mirada interior en Cristo. De
hecho, si perseveramos “vigilantes en la alabanza y alegres en la oración”
(ibid.), nuestros ojos serán capaces de reconocer en Él la verdadera luz del
mundo, que viene a alumbrar nuestras tinieblas.
Particularmente,
la liturgia de este domingo, llamada “Gaudéte”, nos invita a la alegría, a una
vigilancia no triste, sino alegre. “Gaudete in Domino siempre” –escribe San
Pablo: “Alégrense siempre en el Señor” (Filp 4,4). La verdadera alegría no es
fruto del divertirse, entendido en el sentido etimológico de la palabra
divertir, es decir evadirse de los compromisos de la vida y de sus
responsabilidades.
La
verdadera alegría esta ligada a algo más profundo. Ciertamente, en los ritmos
cotidianos, a menudo frenéticos, es importante tener espacios de tiempo para el
descanso, para relajarse, pero la verdadera alegría está ligada a la relación
con Dios. Quien ha encontrado a Cristo en la propia vida, experimenta en el
corazón una serenidad y una alegría que nadie y ninguna situación puede quitar.
San Agustín lo había entendido muy bien, en su búsqueda de la verdad, de la
paz, de la alegría, luego de haber buscado en vano en las múltiples cosas,
concluye con la célebre expresión que el corazón del hombre está inquieto, no
encuentra serenidad y paz hasta que no descansa en Dios (cfr Le Confessioni,
I,1,1).
La
verdadera alegría no es un simple estado de ánimo pasajero, ni algo que se
alcanza con los propios esfuerzos, sino que es un don, nace del encuentro con
la persona de Jesús, de hacerle espacio en nosotros, de acoger el Espíritu
Santo que guía nuestra vida. Es una invitación que hace el apóstol Pablo: “Que
el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven
irreprochables en todo su ser –espíritu, alma y cuerpo- hasta la Venida de
Nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes 5,23).
En este
tiempo de Adviento reforcemos la convicción de que el Señor ha venido en medio
de nosotros y continuamente renueva su presencia de consolación, de amor y de
alegría. Tengamos confianza en Él; come una vez más afirma San Agustín, a la
luz de su experiencia: el Señor está más cercano a nosotros de cuanto nosotros
lo estamos de nosotros mismos –“interior intimo meo et superior summo meo” (Le
Confessioni, III,6,11).
Confiemos
nuestro camino a la Virgen Inmaculada, cuyo espíritu exultó en Dios Salvador.
Que sea Ella que guíe nuestros corazones en la alegre espera de la venida de
Jesús, una espera rica de oración y de obras buenas. (Traducción: Claudia
Alberto-RV)
Después del
rezo mariano y del responso por los difuntos, el Santo Padre saludó a los niños
romanos, que siguiendo la tradición del tercer Domingo de Adviento, llevan sus
estatuitas del Niño Dios para que el Papa las bendiga. Benedicto XVI les dio su
bendición y con ternura les pidió que recen por él:
«Queridos
hermanos y hermanas, hoy el primer saludo está dedicado a los niños de Roma,
que vinieron para la tradicional bendición de los ‘Bambinelli’, organizada por
el Centro oratorios romanos. Queridos niños, cuando recen ante sus nacimientos,
acuérdense de mí, así como yo me acuerdo de ustedes ¡Gracias! ¡Feliz Navidad!»
Palabras de
Papa a los niños presentes
Queridos
niños
Les deseo a
todos un feliz domingo. Sabemos que la Navidad está cerca: preparémonos no sólo
con los regalos, sino con nuestro corazón. Pensemos que Cristo, el Señor, está
cerca de nosotros, entra en nuestra vida y nos da luz y alegría. San Pablo en
la Carta a los Tesalonicenses hoy dice: “Recen sin cesar”. Naturalmente, no
quiere decir que tenemos que decir siempre palabras de oración, significa que
no tenemos que perder el contacto con Dios en nuestro corazón. Si este contacto
está, hay alegría. Les deseo a todos la alegría de la Navidad y toda la alegría
de la presencia de Jesucristo Niño que es Dios en nuestro corazón. Felicidades!
Feliz domingo y Feliz Navidad ahora!
En su
homilía, Benedicto XVI hizo hincapié en la importancia de «fortalecer la fe
ante los peligros e insidias, que pueden amenazarla en estos tiempos». Tras
alentar a «superar los límites del individualismo, de la cerrazón, de la
fascinación del relativismo, así como la atracción que ejercen formas de
sentimiento religioso, que explotan las necesidades y los anhelos más profundos
del alma humana, proponiendo perspectivas de fáciles pero ilusorias
satisfacciones», el Papa puso de relieve la alegría y la belleza del testimonio
de la caridad de Cristo, que nos apremia, y de la misericordia divina:
«Han visto
llegar a muchas personas en dificultad y en situaciones de malestar, que
necesitan su ayuda material, pero también y sobre todo vuestra fe y vuestro
testimonio como creyentes. Hagan de forma que el rostro de esta comunidad pueda
expresar siempre concretamente el amor de Dios rico de misericordia, invitando
a todos a acercarse a Él con confianza».
Dirigiendo
luego «una palabra de cariño y de amistad», en especial a los queridos jóvenes,
Benedicto XVI aseguró que alienta a la juventud y que la Iglesia cuenta con los
jóvenes:
«El hoy y
el mañana de la historia y el futuro de la fe están encomendados, en
particular, a las nuevas generaciones. La Iglesia cuenta mucho con su
entusiasmo, con la capacidad de los jóvenes de mirar hacia adelante, de estar
animados por ideales y con su anhelo de radicalidad en las opciones de la vida.
La Parroquia les acompaña y quisiera que percibieran también mi aliento»
Saludando
también a los representantes del Movimiento para la vida de varios países
europeos, llegados con motivo del premio madre Teresa de Calcuta, asignado a la
memoria de Chiara Lubich, fundadora de los focolares, el Papa reiteró el
derecho humano fundamental, con estas palabras: «Queridos amigos, en el
aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, recordemos que
el primero entre todos los derechos es el de la vida. Les deseo todo bien para
su actividad».
Así como
Juan Bautista, servidor humilde y testigo de la luz divina que nos viene a
visitar, nosotros también estamos invitados a ser hijos de la luz, enfatizó
asimismo el Papa, alentando a no tener miedo de irradiar esta alegría profunda
que debe iluminar nuestro mundo (Cecilia de Malak-RV)
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