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domingo, 15 de enero de 2012

Reflexión previa al Angelus del Domingo 15 de Enero, por el Santo Padre Benedicto XVI.


Texto completo de la reflexión de Benedicto XVI, 15-01-12, tomado de RADIO VATICANO

¡Queridos hermanos y hermanas!

En las Lecturas bíblicas de este domingo – el segundo del Tiempo Ordinario – surge el tema de la vocación: en el Evangelio es la llamada de los primeros discípulos por parte de Jesús; en la primera Lectura es la llamada del profeta Samuel. En ambos relatos resalta la importancia de la figura que desarrolla el papel de mediador, ayudando a las personas llamadas a reconocer la voz de Dios y a seguirla. En el caso de Samuel, se trata de Elí, sacerdote del templo de Silo, donde antiguamente estaba custodiada el arca de la alianza, antes de ser transportada a Jerusalén. Una noche Samuel, que era aún un muchacho y que desde pequeño vivía al servicio del templo, por tres veces consecutivas sintió llamarse en sueños y corrió hacia Elí. Pero no era él quien lo llamaba. A la tercera vez Elí entendió, y dijo a Samuel: “y si alguien te llama, tú dirás: Habla, Señor, porque tu servidor escucha” (1 Sam 3,9). Así ocurrió, y desde ese momento Samuel aprendió a reconocer las palabras de Dios y se convirtió en su fiel profeta. En el caso de los discípulos de Jesús, la figura mediadora es aquella de Juan Bautista. En efecto, en torno a Juan había un vasto círculo de discípulos, y entre estos se encontraban las dos parejas de hermanos Simón y Andrés, Santiago y Juan, pescadores de Galilea. Justamente a dos de estos el Bautista les indicó a Jesús, el día después de su bautismo en el río Jordán. Se los señaló diciendo: “Este es el Cordero de Dios” (Jn 1,36), que equivalía que decir: Este es el Mesías. Y aquellos dos siguieron a Jesús, permanecieron largo tiempo con El y se convencieron que verdaderamente era Cristo. De inmediato lo dijeron a los otros, y así se formó el primer núcleo de aquello que llegaría a ser el colegio de los Apóstoles.


A la luz de estos dos textos, quisiera subrayar el papel decisivo de la guía espiritual en el camino de fe y, en particular, en la respuesta a la vocación de especial consagración para el servicio de Dios y de su pueblo. La misma fe cristiana, por sí sola, presupone el anuncio y el testimonio: de hecho ella consiste en la adhesión a la buena noticia que Jesús de Nazaret ha muerto y resucitado, que es Dios. Y así también la llamada a seguir a Jesús más de cerca, renunciando a formar la propia familia para dedicarse a la gran familia de la Iglesia, pasa normalmente a través del testimonio y la propuesta de un “hermano mayor”, de hecho un sacerdote. Esto sin olvidar el papel fundamental de los padres, que con su fe genuina y gozosa y su amor conyugal muestran a los hijos que es bello y posible construir toda la vida sobre el amor de Dios.

Queridos hermanos, pidamos a la Virgen María por todos los educadores, especialmente los sacerdotes y los padres, para que tengan plena conciencia de la importancia de su papel espiritual, para favorecer en los jóvenes, además del crecimiento humano, la respuesta a la llamada de Dios, a decir: “habla, Señor, tu siervo te escucha”.

DESPUES DEL ANGELUS
Queridos hermanos y hermanas,
hoy celebramos la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado. Millones de personas están involucradas en el fenómeno de las migraciones, pero ellas ¡no son números! Son hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos que buscan un lugar donde vivir en paz. En mi Mensaje para esta ocasión he vuelto a llamar la atención sobre el tema “Migraciones y nueva evangelización”, subrayando que los emigrantes son no solo destinatarios, sino también protagonistas del anuncio del Evangelio en el mundo contemporáneo. En este contexto me alegra dirigir un cordial saludo a los representantes de las comunidades de emigrantes de Roma, presentes hoy en la Plaza de San Pedro.

Deseo recordar que del 18 al 25 de este mes de enero se desarrollará la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Invito a todos, a nivel personal y comunitario, a unirse espiritualmente y, donde sea posible, también de manera tangible, para invocar de Dios el don de la plena unidad entre los discípulos de Cristo. Traducción del italiano: Raúl Cabrera- RV

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