¡Queridos
hermanos y hermanas!
Este
domingo cae en medio de la semana de oración por la unidad de los cristianos,
que se celebra del 18 al 25 de enero. Invito cordialmente a todos a unirse en
la oración que Jesús dirigió al Padre en la vigilia de su pasión: “Que todos
sean uno … para que el mundo crea que tú me enviaste.” Este año, en particular,
nuestra meditación en la Semana de oración por la unidad hace referencia a un
párrafo de la Primera Carta de San Pablo a los Corintios, del cual se formuló
el lema: “Todos seremos Transformados por la victoria de nuestra Señor
Jesucristo” (cfr 1 Cor 15,51-58). Estamos llamados a contemplar la victoria de
Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, o sea su resurrección, como un evento
que transforma radicalmente a cuantos creen en Él y les permite el acceso a una
vida incorruptible e inmortal. Reconocer y acoger la fuerza transformante de la
fe en Jesucristo sostiene a los cristianos en la búsqueda de la plena unidad
entre ellos.
Este año
los subsidios para la Semana de oración por la unidad de los cristianos fueron
preparados por un grupo polaco. En efecto, Polonia ha tenido una larga historia
de luchas valientes contra distintas adversidades y dado prueba repetidamente
de gran determinación, animada por la fe. Por esto, las palabras que forman el
tema que hemos recordado, tienen una resonancia y una evidencia particular para
Polonia. En el curso de los siglos, los cristianos polacos han intuido
espontáneamente una dimensión espiritual en su deseo de libertad y han
comprendido que la verdadera victoria se puede alcanzar sólo si va acompañada
por una profunda transformación interior.
Ellos nos
recuerdan que nuestra búsqueda de la unidad puede ser conducida en manera
realística si el cambio sucede sobretodo en nosotros mismos, si dejamos actuar
a Dios, si nos dejamos transformar a imagen de Cristo, si entramos en la vida
nueva en Cristo, que es la verdadera victoria.
La unidad
visible de todos los cristianos es siempre una obra que viene desde lo alto, de
Dios, una obra que pide la humildad de reconocer nuestra debilidad y acoger el
don. Pero, para usar una expresión que muy a menudo repetía el Beato Papa Juan
Pablo II, todo don se convierte también en un compromiso. La unidad que viene
de Dios exige por tanto nuestro cotidiano compromiso de abrirnos los unos a los
otros en la caridad.
Desde hace
muchos decenios, la Semana de oración por la unidad de los cristianos
constituye un elemento central en la actividad ecuménica de la Iglesia. El
tiempo que le dedicaremos a la oración para la plena comunión de los discípulos
de Cristo nos permitirá comprender más profundamente cómo seremos transformados
por su victoria, por la potencia de su resurrección. El miércoles próximo, como
es costumbre, concluiremos la Semana de oración con la solemne celebración de
las Vísperas de la Fiesta de la Conversión de san Pablo, en la Basílica de San
Pablo extramuros, en la cual estarán presentes también los representantes de
las otras Iglesias y Comunidades cristianas. Los espero numerosas en este
encuentro litúrgico para renovar juntos nuestra oración al Señor, fuente de
unidad. Confiemos desde ahora con confianza filial a la intercesión de la Beata
Virgen María, Madre de la Iglesia (Traducción del italiano Patricia
Ynestrosa-RV)
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