Textos completos tomados de RADIO VATICANO:
1. Resúmen, palabras del Papa en español:
Queridos hermanos y hermanas:
En el Credo confesamos nuestra fe en Cristo, que «subió al
cielo y está sentado a la derecha del Padre». ¿Qué significa esto para
nosotros? Ya al comienzo de su subida a Jerusalén, Jesús ve también esta otra
«subida» al cielo con la que culmina su «éxodo» de esta vida, pero sabiendo que
la vuelta a la gloria del Padre pasa por la cruz, por la obediencia al designio
divino de amor por la humanidad. También nosotros hemos de saber que entrar en
la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a su voluntad, aun a costa de
sacrificios y del cambio de nuestros programas. El íntimo coloquio de Jesús con
el Padre antes de la Pasión nos enseña, además, cómo la oración nos da la
fuerza de ser fieles al proyecto de Dios. Después, Jesús asciende a los cielos
bendiciendo, un gesto sacerdotal para mostrar que, desde el seno del Padre,
intercede siempre por nosotros. Él nos ha abierto el paso para llegar a Dios, y
nos atrae hacia él, nos protege, nos guía e intercede por nosotros. Mirar a
Jesucristo, que asciende a los cielos, es una invitación a testimoniar su
Evangelio en la vida cotidiana, con la vista puesta en su venida gloriosa
definitiva.
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Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular al grupo de la Arquidiócesis de Mérida, con su Pastor, Mons.
Baltasar Enrique Porras Cardozo, así como a los venidos de España, Argentina,
Panamá, Venezuela, México y otros países latinoamericanos. Contemplemos a
Cristo, sentado a la derecha de Dios Padre, para que nuestra fe se fortalezca y
recorramos alegres y confiados los caminos de la santidad. Muchas gracias.
(CdM – RV)
Traducción del texto completo de la catequesis del Santo
Padre en italiano
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
en el Credo, encontramos la afirmación de que Jesús
"subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre." La vida
terrenal de Jesús culmina en el evento de la Ascensión, que es cuando Él pasa
de este mundo al Padre, y se levanta a su derecha. ¿Cuál es el significado de
este evento? ¿Cuáles son las consecuencias para nuestra vida? ¿Qué significa
contemplar a Jesús sentado a la diestra del Padre? Sobre esto,dejémonos guiar
por el evangelista Lucas.
Partimos en el momento en que Jesús decide emprender su
última peregrinación a Jerusalén. San Lucas anota: "Cuando estaba por
cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente
hacia Jerusalén" (Lc 9,51). Mientras "asciende" a la Ciudad
santa, donde se llevará a cabo su "éxodo" de esta vida, Jesús ve ya
la meta, el Cielo, pero sabe que el camino que lo lleva de nuevo a la gloria
del Padre pasa a través de la Cruz, a través de la obediencia al designio
divino de amor por la humanidad. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que
"la elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación de la ascensión
al cielo" (n. 661). También nosotros tenemos que tener claro en nuestra
vida cristiana, que entrar en la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a
su voluntad, incluso cuando requiere sacrificio, y requiere a veces cambiar
nuestros planes. La Ascensión de Jesús ocurre concretamente en el Monte de los
Olivos, cerca del lugar donde se había retirado en oración antes de lau pasión
para permanecer en profunda unión con el Padre: una vez más, vemos que la
oración nos da la gracia de vivir fieles al proyecto Dios.
Al final de su Evangelio, San Lucas narra el acontecimiento
de la Ascensión de una manera muy sintética. Jesús llevó a los discípulos
"hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo.
Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los
discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con
gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios
"(24,50-53). Me gustaría destacar dos elementos de la narración. En primer
lugar, durante la Ascensión Jesús cumple el gesto sacerdotal de la bendición y
los discípulos seguramente expresan su fe con la postración, se arrodillan
inclinando la cabeza. Este es un primer punto importante: Jesús es el único y
eterno Sacerdote, que con su pasión atravesó la muerte y el sepulcro y resucitó
y ascendió a los cielos; está con Dios Padre, donde intercede por siempre en
nuestro favor (Cf. Heb 9:24). Como afirma San Juan en su primera epístola Él es
nuestro abogado.
¡Qué lindo escuchar esto! Cuando uno ha sido convocado por
el juez o tiene un juicio, lo primero que hace es buscar a un abogado para que
lo defienda. Nosotros tenemos uno que nos defiende siempre, nos defiende de las
insidias del diablo, nos defiende de nosotros mismos, de nuestros pecados.
Queridísimo hermanos y hermanas, tenemos a este abogado, no tengamos miedo de
acudir a él para pedir perdón, pedir la bendición, pedir misericordia. Él nos
perdona siempre, es nuestro abogado, nos defiende siempre ¡No olviden esto!
(cf. 2:1-2). La Ascensión de Jesús al Cielo nos da a conocer esta realidad tan
reconfortante para nuestro camino: en Cristo, verdadero Dios y verdadero
hombre, nuestra humanidad ha sido llevada a Dios; Él nos ha abierto el paso; es
como un guía en la escalada a una montaña, que llegado a la cima, nos tira de
nosotros y nos lleva a Dios. Si confiamos a Él nuestra vida, si nos dejamos
guiar por Él estamos seguros de estar en buenas manos, en las manos de nuestro
Salvador, de nuestro abogado.
Un segundo elemento: San Lucas menciona que los Apóstoles,
después de ver a Jesús ascender al cielo, regresaron a Jerusalén "con gran
alegría." Esto parece un poco extraño. Normalmente cuando nos separados de
nuestros familiares, de nuestros amigos, de una manera definitiva, principalmente
debido a la muerte, hay en nosotros una tristeza natural, porque no vamos a ver
nunca más su rostro, no vamos escuchar su voz, no podremos disfrutar más de su
afecto, de su presencia. En cambio, el evangelista pone de relieve la profunda
alegría de los Apóstoles. ¿Por qué? Porque, con la mirada de la fe, entienden
que, aunque nos está ante sus ojos, Jesús permanece con ellos para siempre, no
los abandona y, en la gloria del Padre, los soporta, los guía e intercede por
ellos.
San Lucas narra el hecho de la Ascensión también al comienzo
de los Hechos de los Apóstoles, para enfatizar que este evento es como el
anillo que engancha y conecta la vida terrenal de Jesús con la de la Iglesia.
Aquí, San Lucas también menciona la nube que saca a Jesús de la vista de los
discípulos, los cuales permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras
Jesús subía hacia Dios (cf. Hch 1,9-10). Entonces aparecieron dos hombres
vestidos de blanco, instándoles a no quedarse inmóviles. “Este Jesús que les ha
sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto
partir” (Cf. Hechos 1:10-11). Es precisamente la invitación a la contemplación
del Señorío de Jesús, para recibir de Él la fuerza para seguir y dar testimonio
del Evangelio en la vida cotidiana: contemplar y actuar, ora et labora, nos
enseña San Benito, ambas son necesarias en nuestra vida de cristianos.
Queridos hermanos y hermanas, la Ascensión no indica la
ausencia de Jesús, sino que nos dice que Él está vivo entre nosotros de una
manera nueva; ya no está en un preciso lugar del mundo tal como era antes de la
Ascensión; ahora está en el señorío de Dios, presente en todo espacio y tiempo,
junto a cada uno de nosotros. En nuestra vida nunca estamos solos: tenemos este
abogado que nos espera, que nos defiende, No estamos nunca solos. El Señor
crucificado y resucitado nos guía; con nosotros hay muchos hermanos y hermanas
que en el silencio y la oscuridad, en la vida familiar y laboral, en sus
problemas y dificultades, en sus alegrías y esperanzas, viven cotidianamente la
fe y llevan al mundo, junto con nosotros, el señorío del amor de Dios, en
Cristo Jesús resucitado, ascendido al Cielo, nuestro abogado. Gracias.
(Traducción de Cecilia de Malak y Eduardo Rubió)
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