Traducción
completa de las palabras del Papa en su alocución previa al Ángelus (tomado de RADIO VATICANO)
Queridos
hermanos y hermanas
Este
domingo es particularmente festivo aquí en el Vaticano, a causa del
Consistorio, que tuvo lugar ayer, en el cual he creado 22 nuevos cardenales.
Con ellos tuve la alegría, esta mañana, de concelebrar la Eucaristía en la
Basílica de San Pedro, alrededor de la Tumba del Apóstol que Jesús llamó a ser
la ‘piedra’ sobre la cual construir su Iglesia (cfr. Mt 16,18). Por esto los
invito a unir también vuestra oración por estos venerados Hermanos, que ahora
están más comprometidos a colaborar conmigo en la guía de la Iglesia universal
y a dar testimonio del Evangelio hasta el sacrificio de la propia vida.
Esto
significa el color rojo de sus hábitos: el color de la sangre y del amor.
Algunos de ellos trabajan en Roma al servicio de la Santa Sede, otros son
Pastores de importantes Iglesias diocesanas; otros se han distinguido por una
larga y estimada actividad de estudio y de enseñanza. Ahora forman parte del
Colegio que colabora más de cerca con el Papa en su ministerio de comunión y de
evangelización: los acogemos con alegría, recordando lo que Jesús dice a sus
doce apóstoles: “El que quiera ser el primero que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y
dar su vida en rescate por una multitud”.
Este evento
eclesial se coloca en el marco litúrgico de la Fiesta de la Cátedra de San
Pedro, anticipada a este domingo, ya que el próximo 22 de febrero –fecha de
dicha fiesta- será Miércoles de Ceniza, inicio de la Cuaresma. La ‘Cátedra’ es
la silla reservada al Obispo, de donde deriva el nombre ‘Catedral’ dado a la
Iglesia en donde, en efecto, el Obispo preside la liturgia y enseña al pueblo.
La Cátedra de San Pedro, representada en el ábside de la Basílica Vaticana por
una imponente escultura del Bernini, es símbolo de la especial misión de Pedro
y de sus Sucesores de apacentar el rebaño de Cristo teniéndolo unido en la fe y
en la caridad.
Ya en la
mitad del siglo II, San Ignacio de Antioquia, atribuía a la Iglesia que está
Roma, un singular primado, saludándola en su carta a los romanos, como aquella
que ‘preside en la caridad’. Tal especial compromiso de servicio es dado a la
Comunidad romana y a su Obispo por el hecho de que en esta Ciudad han versado
su sangre los Apóstoles Pedro y Pablo, así como otros numerosos Mártires. De
este modo, volvemos al testimonio de la sangre y de la caridad. La Cátedra de Pedro,
por lo tanto, es signo de autoridad, pero aquella de Cristo, basada en la fe y
en el amor.
Queridos
amigos, encomendemos los nuevos cardenales a la maternal protección de María
Santísima, para que los acuda siempre en su servicio eclesial y los sostenga en
las pruebas. Que María, Madre de la Iglesia, me ayude y ayude a mis
colaboradores a trabajar incansablemente por la unidad del pueblo de Dios y a
anunciar a todas las gentes el mensaje de salvación, cumpliendo humildemente y
con coraje el servicio de la verdad en la caridad. (Traducción del
italiano: Claudia Alberto – RV)
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