En la Catequesis del día de hoy, el Santo Padre Benedicto XVI habla sobre su reciente visita a Croacia, en la cuál destaca la "Primera Jornada Nacional de las familias católicas Croatas", la vigilia de jóvenes, la celebración de las Vísperas con los seminaristas, sacerdotes y religiosos en formación.
El Santo Padre menciona en su catequesis:
"Juntos en Cristo": este fue el lema de mi visita. Éste expresa principalmente la experiencia de encontrarnos todos unidos en el nombre de Cristo, la experiencia de ser Iglesia, manifestada por la reunión del pueblo de Dios en torno al Sucesor de Pedro. Sin embargo, "Juntos en Cristo" tenía, en este caso, una referencia particular a la familia"
También mencionó: "La Santa Misa se celebró en el peculiar clima espiritual especial de la Novena de Pentecostés. Al igual que en un gran "cenáculo" a la intemperie, las familias croatas se reunieron en oración, pidiendo, juntas, el don del Espíritu Santo. Esto me dio la oportunidad de destacar el don y el compromiso de la comunión en la Iglesia, así como para alentar a los esposos en su misión".
" La primera educación en la fe consiste, precisamente, en el testimonio de esta fidelidad en la alianza matrimonial: de ella los niños aprenden sin palabras que Dios es amor, fiel, paciente, respetuoso y generoso. La fe en el Dios que es amor se transmite principalmente a través del testimonio de una fidelidad al amor conyugal, que naturalmente se traduce en amor por los hijos, fruto de esta unión. Pero esta fidelidad no es posible sin la gracia de Dios, sin el apoyo de la fe y del Espíritu Santo. Es por eso que la Virgen María no deja de interceder ante su Hijo para que -como en las bodas de Caná- renueve en los esposos continuamente el don de "buen vino", es decir, la Gracia, que permite vivir en "una sola carne" en las diferentes edades y situaciones de la vida."
En esta ocasión, en su saludo en español, envía un especial saludo a Puerto Rico.
A continuación, la catequesis completa, tomada de radio vaticano:
Hoy me gustaría hablar de la visita pastoral a Croacia, que realicé el pasado sábado y el domingo. Un breve viaje apostólico, que se celebró en su totalidad en la capital, Zagreb, sin embargo, rico de encuentros y sobre todo un intenso espíritu de fe, ya que los croatas son un pueblo profundamente católico. Reitero mi más sincero agradecimiento al cardenal Bozanic, arzobispo de Zagreb, a Mons. Srakić, Presidente de la Conferencia Episcopal, y a los demás obispos de Croacia, así como al Presidente de la República, por la cálida acogida que me dispensaron. Mi agradecimiento va a todas las autoridades civiles y a cuantos colaboraron de diversas maneras en este evento, especialmente a las personas que han ofrecido oraciones y sacrificios por esta intención.
"Juntos en Cristo": este fue el lema de mi visita. Éste expresa principalmente la experiencia de encontrarnos todos unidos en el nombre de Cristo, la experiencia de ser Iglesia, manifestada por la reunión del pueblo de Dios en torno al Sucesor de Pedro. Sin embargo, "Juntos en Cristo" tenía, en este caso, una referencia particular a la familia: de hecho, el objetivo principal de mi visita era la 1ª Jornada Nacional de las familias católicas croatas, que culminó con la Celebración Eucarística en la mañana del domingo, y que contó con la presencia, en el Hipódromo de Zagreb, de una gran multitud de fieles. Ha sido muy importante para mí confirmar en la fe, especialmente a las familias, que el Concilio Vaticano II llama "iglesias domésticas" (cf. Lumen gentium, 11). El Beato Juan Pablo II, quien visitó Croacia en tres ocasiones, dio gran importancia al papel de la familia en la Iglesia; por lo que, con este viaje, he querido dar continuidad a este aspecto de su Magisterio. En la Europa de hoy, las naciones de sólida tradición cristiana tienen una especial responsabilidad en la defensa y en la promoción del valor de la familia fundada en el matrimonio, que sigue siendo crucial, tanto en los frentes educativo y social. Este mensaje tenía por lo tanto, una particular relevancia para Croacia, que, por su rico patrimonio espiritual, ético y cultural, se está preparando para entrar en la Unión Europea.
La Santa Misa se celebró en el peculiar clima espiritual especial de la Novena de Pentecostés. Al igual que en un gran "cenáculo" a la intemperie, las familias croatas se reunieron en oración, pidiendo, juntas, el don del Espíritu Santo. Esto me dio la oportunidad de destacar el don y el compromiso de la comunión en la Iglesia, así como para alentar a los esposos en su misión. En nuestros días, mientras lamentablemente se constata el creciente número de separaciones y divorcios, la fidelidad de los cónyuges se ha convertido en sí mismo en un signo importante del amor de Cristo, que permite vivir el Matrimonio por lo que es, es decir, la unión de un hombre y de una mujer que, por la gracia de Cristo, se aman y se ayudan mutuamente durante toda la vida, en la alegría y en el dolor, en la enfermedad y en la salud. La primera educación en la fe consiste, precisamente, en el testimonio de esta fidelidad en la alianza matrimonial: de ella los niños aprenden sin palabras que Dios es amor, fiel, paciente, respetuoso y generoso. La fe en el Dios que es amor se transmite principalmente a través del testimonio de una fidelidad al amor conyugal, que naturalmente se traduce en amor por los hijos, fruto de esta unión. Pero esta fidelidad no es posible sin la gracia de Dios, sin el apoyo de la fe y del Espíritu Santo. Es por eso que la Virgen María no deja de interceder ante su Hijo para que -como en las bodas de Caná- renueve en los esposos continuamente el don de "buen vino", es decir, la Gracia, que permite vivir en "una sola carne" en las diferentes edades y situaciones de la vida.
En este contexto de gran atención a la familia, se ubicó muy bien la Vigilia con los jóvenes, en la noche del sábado, en la plaza Jelacic, en el corazón de la ciudad de Zagreb. Allí pude reunirme con la nueva generación de Croacia, y percibí toda la fuerza de su fe joven, animada por un gran entusiasmo por la vida y su significado, hacia el bien, hacia la libertad, es decir, hacia Dios. ¡Fue muy hermoso y conmovedor escuchar cantar a estos jóvenes con alegría y entusiasmo y, luego en el momento de la escucha y la oración, recogerse en profundo silencio! A ellos les repetí la pregunta que hizo Jesús a sus primeros discípulos: "¿Qué es lo que buscáis" (Jn 1,38), pero les dije que Dios les busca antes y más de lo que ellos mismos le buscan a Él. "Ésta es la alegría de la fe: ¡descubrir que Dios nos ama primero! ¡Es un descubrimiento que nos mantiene siempre discípulos, y siempre jóvenes en el espíritu! Este misterio, durante la Vigilia, se vivió en la oración de adoración eucarística: en silencio, nuestro ser en Cristo "encontró su plenitud. Así mi invitación a seguir a Jesús fue un eco de la Palabra que Él mismo dirigía al corazón de los jóvenes.
Otro momento que podemos llamar ‘de cenáculo’ fue la Celebración de las Vísperas en la Catedral, con los Obispos, los sacerdotes, los religiosos y los jóvenes que se están formando en los Seminarios y en los Noviciados. También aquí, de modo particular, experimentamos nuestro ser “familia” como comunidad eclesial. En la Catedral de Zagreb se encuentra la monumental tumba del beato Cardenal Alojzije Stepinac, Obispo y Mártir. Él, en nombre de Cristo, se opuso con valentía, primero a los abusos violentos del nazismo y del fascismo y, luego, a los del régimen comunista. Fue encarcelado y confinado en su pueblo natal. Creado Cardenal por el Papa Pío XII, murió en 1960, por una enfermedad que contrajo en la cárcel. A la luz de su testimonio, alenté a los Obispos y a los presbíteros en su ministerio, exhortándolos a la comunión y al impulso apostólico; he vuelto a proponer a los consagrados la belleza y la radicalidad de su forma de vida; he invitado a los seminaristas, a los novicios y a las novicias a seguir con alegría a Cristo, que los ha llamado por su nombre. Este momento de oración, enriquecido por la presencia de tantos hermanos y hermanas que han dedicado su vida al Señor, ha sido para mí un gran aliento. Y rezo para que las familias croatas sean siempre terreno fértil para el nacimiento de numerosas y santas vocaciones al servicio del Reino de Dios.
Muy significativo fue también el encuentro con los exponentes de la sociedad civil, del mundo político, académico, cultural y empresarial, con el Cuerpo Diplomático y con los Líderes religiosos, reunidos en el Teatro Nacional de Zagreb. En ese contexto, tuve la alegría de rendir homenaje a la gran tradición cultural croata, inseparable de su historia de fe y de la presencia viva de la Iglesia, promotora a lo largo de los siglos de múltiples instituciones y sobre todo formadora de ilustres buscadores de la verdad y del bien común. Entre ellos, recordé en particular al jesuita Padre Ruđer Bošković, gran científico, cuyo tercer centenario de nacimiento se conmemora este año. Una vez más, todos percibimos la evidencia de la vocación más profunda de Europa, que es la de custodiar y de renovar un humanismo que tiene raíces cristianas y que se puede definir “católico”. Es decir universal e integral. Un humanismo que coloca en el centro la conciencia del hombre, su apertura trascendente y, al mismo tiempo, su realidad histórica, capaz de inspirar proyectos políticos diversificados, pero convergentes en la construcción de una democracia sustancial, fundada sobre los valores éticos arraigados en la misma naturaleza humana. Mirar a Europa desde el punto de vista de una Nación de antigua y sólida tradición cristiana, que es parte integrante de la civilización europea, mientras se apresta a ingresar en la Unión política, ha recordado de nuevo la urgencia del desafío que interpela hoy a los pueblos de este Continente: es decir, la de no tener miedo de Dios, del Dios de Jesucristo, que es Amor y Verdad, y que no le quita nada a la libertad, sino que la devuelve a sí misma y le dona el horizonte de una esperanza fiable.
Queridos amigos, cada vez que el Sucesor de Pedro realiza un viaje apostólico, todo el cuerpo eclesial participa de alguna manera en el dinamismo de comunión y de misión propio del su ministerio. Agradezco a todos aquellos que me han acompañado y sostenido con la oración, logrando que mi visita pastoral se pudiera desarrollar óptimamente. Ahora, mientras agradecemos al Señor por este gran don, pidámosle, por intercesión de la Virgen María, Reina de los Croatas, que cuanto he podido sembrar produzca frutos abundantes, para las familias croatas, para toda la Nación y para toda Europa.
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