Benedicto XVI abre en el Laterano la asamblea diocesana llamando a cada bautizado a anunciar el Evangelio
Una nueva época de evangelización para Roma
En este momento histórico cada bautizado está llamado a anunciar el Evangelio. Un anuncio que “debe resonar de nuevo en las regiones de antigua tradición cristiana”. Nadie está excluido de esta tarea fundamental que Benedicto XVI ha confiado a todos los miembros de la Iglesia —y en particular a los fieles de Roma— al abrir la asamblea de la diócesis, el lunes 13 de junio por la tarde, en la basílica de San Juan de Letrán.
“La evangelización —expresó— nos permite saber que Dios está cerca: Dios se nos ha mostrado”. Se ha revelado en la encarnación de Cristo, desvelando al hombre su verdadero rostro. Existe siempre el riesgo, de hecho, de reducir la persona de Jesús a un hombre sabio, debilitando, si no negando así, su divinidad. “Este modo de pensar —subrayó el Papa— impide percibir la novedad radical del cristianismo, porque si Jesús no es el Hijo único del Padre, entonces tampoco Dios ha venido a visitar la historia del hombre; tenemos sólo ideas humanas de Dios”. Es el momento, por lo tanto, de hacerse cargo de la misión que el Señor nos encomienda, explicó el Pontífice: “anunciar la permanente novedad del Evangelio, como Pedro y Pablo cuando llegaron a nuestra ciudad”. Ello significa llevar la “luz de Dios al hombre de nuestro tiempo, con valentía, con convicción, con gozo”.
Muchos son quienes todavía no han encontrado al Señor. Hacia ellos pidió Benedicto XVI dirigir una atención pastoral especial. Empezando por los adultos que “no han recibido el bautismo o que se han alejado de la fe y de la Iglesia”.
Si cada bautizado está llamado a hacerse cargo del compromiso de transmitir “el conocimiento de la verdad y la plenitud del amor donados por Cristo”, los padres lo están de modo particular cuando se trata de acompañar a los hijos en el camino de fe. Para los niños y los jóvenes de familias cristianas, en efecto, todos los papás y las mamás “están llamados a cooperar con Dios en la transmisión del don inestimable de la vida, pero también a dar a conocer a Aquél que es la Vida y la vida no se transmite realmente si no se conoce también el fundamento y la fuente perenne de la vida”. Dirigiéndose a los padres el Papa añadió que la Iglesia, “como madre solícita”, busca sostenerles “en esta tarea fundamental” que les corresponde. “Desde pequeños, los niños tienen necesidad de Dios, porque el hombre desde el principio necesita a Dios, y tienen la capacidad de percibir su grandeza; saben apreciar el valor de la oración —de hablar con este Dios— y de los ritos, así como intuir la diferencia entre el bien y el mal”, añadió. De aquí su invitación a acompañar a los pequeños en el itinerario de iniciación cristiana desde la más tierna edad.
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