texto tomado de RADIO VATICANO
¡Queridos hermanos y hermanas!
Hoy celebramos la gran fiesta de Pentecostés, que lleva a
cumplimiento el Tiempo de Pascua, cincuenta días después del Domingo de
Resurrección. Esta solemnidad nos hace recordar y revivir la efusión del
Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los demás discípulos, reunidos en oración
con la Virgen María en el Cenáculo (Cfr. Hch 2, 1-11). Jesús, resucitado y
ascendido al cielo, envía su Espíritu a la Iglesia, a fin de que cada cristiano
pueda participar en su misma vida divina y llegar a ser su válido testigo en el
mundo. El Espíritu Santo, irrumpiendo en la historia, vence la aridez, abre los
corazones a la esperanza, anima y favorece en nosotros la madurez interior en
la relación con Dios y con el prójimo.
El Espíritu, que “ha hablado por medio de los profetas”, con
los dones de la sabiduría y de la ciencia sigue inspirando a las mujeres y a
los hombres que se empeñan en la búsqueda de la verdad, proponiendo vías
originales de conocimiento y de profundización del misterio de Dios, del hombre
y del mundo. En este contexto, me alegra anunciar que el próximo 7 de octubre,
al inicio de la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos, proclamaré a san
Juan de Ávila y a santa Hildegarda de Bingen Doctores de la Iglesia universal.
Estos dos grandes testigos de la fe vivieron en períodos
históricos y ambientes culturales muy diversos. Hildegarda fue monja
benedictina en el corazón del Medioevo alemán, auténtica maestra de teología y
profunda estudiosa de las ciencias naturales y de la música. Juan, sacerdote
diocesano en los años del renacimiento español, participó en el afán de la
renovación cultural y religiosa de la Iglesia y de la coordinación en los
albores de la modernidad. Pero la santidad de la vida y la profundidad de la
doctrina los hacen perennemente actuales: en efecto, la gracia del Espíritu
Santo, los proyectó hacia esa experiencia de penetrante comprensión de la
revelación divina y de diálogo inteligente con el mundo que constituyen el
horizonte permanente de la vida y de la acción de la Iglesia.
Sobre todo a la luz del proyecto de una nueva
evangelización, a la que será dedicada la mencionada Asamblea del Sínodo de los
Obispos, y a la vigilia del Año de la Fe, estas dos figuras de Santos y
Doctores se presentan con relevante importancia y actualidad. También en
nuestros días, a través de su enseñanza, el Espíritu del Señor resucitado sigue
haciendo resonar su voz e iluminado el camino que conduce a esa única Verdad
que puede hacernos libres y dar sentido pleno a nuestra vida.
Rezando ahora juntos el Regina Coeli, invoquemos la
intercesión de la Virgen María a fin de que obtenga que la Iglesia sea animada
poderosamente por el Espíritu Santo, para testimoniar a Cristo con franqueza
evangélica y para que se abra cada vez más a la plenitud de la verdad.
Como es costumbre, después del rezo del Regina Coeli, el
Papa saludó en diversas lenguas a los grupos de fieles y peregrinos reunidos en
la plaza de San Pedro. Hablando en italiano, Su Santidad comenzó diciendo:
¡Queridos hermanos y hermanas!
Esta mañana en Vannes, Francia, ha sido proclamada Beata
Mère Saint-Louis, en el siglo Louise-Élisabeth Molé, fundadora de las
Religiosas de la Caridad de San Luis, que vivió entre los siglos XVIII y XIX.
Demos gracias a Dios por este testigo ejemplar del amor por Dios y por el
prójimo.
Asimismo recuerdo que el próximo vienes, 1° de junio, iré a
Milán, donde tendrá lugar el VII Encuentro Mundial de las Familias. Invito a
todos a seguir este evento y a rezar por su buen éxito.
El Santo Padre saludó cordialmente a los peregrinos de la
República Checa, que en estos días inauguran en Roma el Año jubilar de los
santos Cirilo y Metodio, deseándoles la paz.
A los peregrinos eslovacos el Obispo de Roma les recordó que
con ocasión de esta solemnidad de Pentecostés nosotros, los cristianos, nos
dirigimos con devoción particular al Espíritu Santo. Por esta razón les deseo
que Él llene sus corazones y guíe sus mentes, a fin de que no se acomoden a la
mentalidad de este siglo, sino que sean “partícipes de los frutos de la
Resurrección de Cristo”.
El Papa se dirigió a los fieles polacos abrazando con su
pensamiento a los peregrinos que se reúnen a los pies de María en Piekary
Slaskie. Y los invitó, en esta solemnidad de Pentecostés a abrir los corazones
y las mentes a su acción, pidiendo incesantemente que enardezca su fe, su
esperanza y su amor con la llama de la gracia de Dios. A la vez que les deseó
que “la viva experiencia de la presencia del Espíritu Paráclito los colme de
paz”.
Por último, el Obispo de Roma dirigió un saludo cordial a
los peregrinos italianos, de modo particular a la Asociación Italiana de
Esclerosis Múltiple y a la Fundación “Gigi Ghirotti”, a las cuales manifestó su
aprecio por el empeño de dar apoyo y esperanza a tantas personas en el
sufrimiento. De la misma manera el Papa saludó a la Misericordia de la Santa
Cruz en el Arno y a la Federación Italiana de Tiro con el Arco. Y antes de
desear feliz domingo a todos, el Pontífice dirigió un saludo especial a los
representantes de la Policía del Estado, que festejan 160 años de fundación.
Benedicto XVI deseó feliz domingo a los peregrinos
procedentes de América Latina y de España con las siguientes palabras:
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española
presentes en esta oración mariana. Hoy, día de Pentecostés, la liturgia alaba
al Espíritu Santo por haber congregado a su Iglesia en la confesión de una
misma fe, infundiéndole el conocimiento de Dios. Pidamos que el Espíritu de la
Verdad, que procede del Padre, nos siga enseñando y dando la fuerza necesaria
para ser testigos ante el mundo de Cristo Redentor, y en todo el orbe se
ensalce e invoque al tres veces Santo. Feliz domingo.
(Traducción de María Fernanda Bernasconi – RV).
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