Miércoles
de ceniza
Febrero 13
de 2013
"Bajo
el signo de la ceniza"
(Una
invitación a la Cuaresma)
P. Fidel
Oñoro
En la
Iglesia católica el rito de la imposición de la ceniza ha enriquecido su
significado con las palabras de Jesús al comienzo de su predicación:
“Conviértete y cree en el Evangelio” (Mc 1, 15). Se trata de un volver al amor
primero que nos ha elegido y, en el seguimiento de Jesús, recorrer el camino
que tiene como cumbre la victoria sobre la ceniza, ¡la resurrección! ¡la
manifestación de Hombre Nuevo, Pleno y Definitivo”
Para la
Biblia “ponerse la ceniza” quiere decir que uno está sintiendo un gran dolor,
que está de luto por la muerte o la desgracia de otros y también por las
propias. Es imagen cruda del sufrimiento: “Ceniza en vez de pan, mezclo mi
bebida con lágrimas” (Sal 102, 10). La ceniza simboliza aquello fue y ya no es,
un vacío, una pérdida.
En la
Escritura la ceniza no sólo es signo de la santidad que Dios concede sino
también de la actitud penitencial. Ella representa externamente la contrición
del pecador quien, humilde (o humillado) como la ceniza, vuelve a los brazos de
su Señor que es Creador y Juez: “Me dirigí hacia el Señor Dios, implorándole
con oraciones y súplicas, con ayuno, saco y ceniza… Y le hice esta confesión…”
(Dn 9, 3-4). La ceniza indica, entonces, que se le ha puesto punto final a una
situación de pecado: esta ya no tiene valor, la desechamos, la aborrecemos...
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