Mensaje (1846):
"La
gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos.
Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando
no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la religión. El
tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre
de Dios en vano. La desobediencia y el pasar por alto los mandamientos de Dios
son las cosas que hacen que la mano de mi Hijo sea más pesada".
"¿Hacéis
bien vuestras oraciones, hijos míos?"
"¡Ay,
hijos míos! Hay que hacerlas bien por la noche y por la mañana. Cuando no
podáis hacer más, rezad un Padrenuestro y un Avemaría; y cuando tengáis tiempo
y podáis, rezad más."
"Pues
bien, hijos míos, decid esto a todo mi pueblo".
Juan Pablo II:
"En
este lugar, María, la madre siempre amorosa, mostró su dolor por el mal moral
causado por la humanidad. Sus lágrimas nos ayudan a entender la gravedad del
pecado y del rechazo a Dios, mientras que manifiestan al mismo tiempo la
apasionante fidelidad que su Hijo mantiene para con cada persona, aunque su
amor redentivo está marcado con las heridas de la traición y abandono de los
hombres."
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