El Santo
Padre dijo en Fátima en 1982: “Mi corazón se oprime cuando veo el pecado del
mundo y todas las amenazas acumulando nubes negras sobre la humanidad, pero
también se goza lleno de esperanza porque estoy consagrando el mundo al Corazón
de la Madre. Hacer esto significa consagrar el mundo a Él que es infinito en
santidad. Esta santidad significa redención. Significa un amor mucho más
poderoso que el mal. Ningún “pecado del mundo” puede vencer este amor.”
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