(Cortesía de CELAM, CEBIPAL y SOCIEDADES BIBLICAS UNIDAS - Lectionautas.com)
Juan
14,23-29
Autor: P. Danilo
Medina SPP
Ser
discípulo/a de Jesús es una opción de amor, que desencadena dinámicas de un
amor cada vez más grande: “el que me ama, cumplirá mi Palabra y mi Padre lo
amará y haremos en él nuestra morada”. Ser oyente asiduo de la Palabra de
Cristo permite al creyente conocerlo no sólo a Él, sino también al Padre Dios
que lo ha enviado a salvar al mundo. Existe una estrecha relación entre los
conceptos del amor, la escucha, la Palabra y el envío misionero; y bajo estos
parámetros se puede diseñar el perfil del verdadero discípulo misionero.
La partida
de Jesús no puede ser causa de desánimo para sus amigos: si permanecen
cimentados en la Palabra de Cristo, y si conservan la paz que Él les deja como
regalo y compromiso, podrán experimentar en toda circunstancia la cercana y
amorosa presencia del Padre, como ya han podido disfrutar del amor y la
compañía del Hijo. De este modo, el Dios Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu
Santo), encontrará en el corazón del creyente una digna morada, para animarlo
interiormente a proseguir su camino de seguimiento de Cristo y para sostenerlo
en el cumplimiento de su misión como anunciadores de la Palabra de Cristo en
todos los rincones del mundo.
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