Texto
completo de la síntesis en español tomado de RADIO VATICANO:
“Queridos
hermanos y hermanas:
Deseo
iniciar hoy una serie de catequesis con expresiones del Concilio Vaticano II
sobre el misterio de la Iglesia. La primera es: La Iglesia como familia de
Dios. El proyecto de Dios para la humanidad se presenta muy bien en la parábola
del hijo pródigo, o mejor, del padre misericordioso: Constituir una única
familia en la que todos se sientan cercanos y amados por Él. Es aquí donde la
Iglesia encuentra su raíz. En la Historia de la Salvación, Dios llama a Abraham
para ser padre de una multitud; elige a Israel para establecer una Alianza; y
en la plenitud del tiempo envía a su Hijo, que reúne una pequeña comunidad que,
al escuchar su palabra, sigue su camino y se constituye en su familia. La
Iglesia nace del gesto supremo de amor de Jesús en la Cruz y se manifiesta
cuando el Espíritu Santo colma el corazón de los Apóstoles y los impulsa a
anunciar el Evangelio, difundiendo el amor. Pregúntate: ¿Amas la Iglesia? ¿Oras
por ella? ¿Te sientes parte de esta familia? ¿Qué haces para que todos se
sientan escuchados y comprendidos?”.
“Saludo a
los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de
España, El Salvador, Ecuador, Honduras, Perú, Argentina, México y los demás
países latinoamericanos. Invito a todos a vivir la fe, no sólo como un don y un
acto personal, sino como respuesta a la llamada de Dios de vivir juntos, siendo
la gran familia de los convocados por Él. Muchas gracias”.
Traducción
del texto completo de la catequesis del Papa en italiano
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
miércoles pasado señalé el profundo vínculo entre el Espíritu Santo y la
Iglesia. Hoy quisiera empezar una serie de catequesis sobre el misterio de la
Iglesia, un misterio que todos vivimos y del que formamos parte. Me gustaría
hacerlo con expresiones presentes en los textos del Concilio Ecuménico Vaticano
II.
Hoy empiezo por la primera: la Iglesia como familia de Dios.
En estos meses, más de una vez he hecho referencia a la
parábola del hijo pródigo, o mejor dicho del padre misericordioso (cf. Lc
15,11-32). El hijo más joven sale de la casa de su padre, dilapida todo y
decide volver porque se da cuenta de que cometió un error, pero ya no se
considera digno de ser hijo y piensa poder ser recibido de nuevo como un
siervo. El padre, en cambio, corre a su encuentro, lo abraza, le devuelve su
dignidad de hijo y lo celebra. Esta parábola, como otras en el Evangelio,
muestra bien el diseño de Dios para la humanidad.
¿Cuál es este proyecto de Dios? Es hacer de todos nosotros
una única familia de sus hijos, en los que cada uno se sienta cerca y se sienta
amado por Él, como en la parábola del Evangelio, sienta el calor de ser la
familia de Dios. En este gran proyecto encuentra su origen la Iglesia, que no
es una organización fundada por un acuerdo de algunas personas, sino -como nos
ha recordado tantas veces el Papa Benedicto XVI- es obra de Dios, nace
precisamente de este plan de amor que se desarrolla progresivamente en la
historia. La Iglesia nace de la voluntad de Dios de llamar a todos los hombres a
la comunión con Él, a su amistad, es más a participar como sus hijos en su
misma vida divina. La misma palabra "Iglesia", del griego ekklesia,
significa "convocación": Dios nos convoca, nos invita a salir del
individualismo, de la tendencia a encerrarse en sí mismos y nos llama a ser
parte de su familia. Y esta llamada tiene su origen en la creación misma. Dios
nos creó para que vivamos en una relación de profunda amistad con él, e incluso
cuando el pecado rompe esta relación con Él, con los demás y con la creación,
Dios no nos abandona. Toda la historia de la salvación es la historia de Dios
que busca al hombre, le ofrece su amor, lo acoge. Llamó a Abraham para ser el
padre de una multitud; eligió al pueblo de Israel para forjar una alianza que
abrazara a todas las naciones; y envió, en la plenitud de los tiempos, a su
Hijo para que su designio de amor y de salvación se realizara en una nueva y
eterna alianza con la humanidad entera. Cuando leemos los Evangelios, vemos que
Jesús reúne a su alrededor una pequeña comunidad que acoge su palabra, lo
sigue, comparte su camino, se convierte en su familia, y con esta comunidad Él
se prepara y edifica su Iglesia.
¿De dónde nace entonces la Iglesia? Nace del gesto supremo
de amor en la Cruz, del costado traspasado de Jesús, del que fluye sangre y
agua, símbolos de los sacramentos de la Eucaristía y del Bautismo. En la
familia de Dios, en la Iglesia, la savia vital es el amor de Dios que se
realiza en amarle a Él y a los demás, a todos, sin distinción ni mesura. La Iglesia
es una familia en la que se ama y se es amado.
¿Cuándo se manifiesta la Iglesia? Lo hemos celebrado hace
dos domingos; se manifiesta cuando el don del Espíritu Santo, llena el corazón
de los Apóstoles y les empuja a salir y a empezar el camino para anunciar el
Evangelio, difundir el amor de Dios. Incluso hoy alguien dice: "Cristo sí,
Iglesia no". Aquellos que dicen: “Yo creo en Dios pero no en los
sacerdotes”, ¡eh! Se dice así: "Cristo sí, Iglesia no". Pero es
precisamente la Iglesia la que nos lleva a Cristo y nos dirige a Dios: la
Iglesia es la gran familia de los hijos de Dios. Por supuesto, también tiene
aspectos humanos; en los que forman parte de ella, Pastores y fieles, hay
defectos, imperfecciones, pecados: hasta el Papa los tiene, ¡eh! y ¡tiene
tantos! Pero lo hermoso es que cuando nos damos cuenta de que somos
pecadores... lo hermoso es esto: cuando nos damos cuenta de que somos
pecadores, nos encontramos con la misericordia de Dios: Dios siempre perdona.
No olvidemos esto: ¡Dios siempre perdona! Y Él nos recibe en su amor de perdón
y de misericordia. Algunas personas dicen: "Es hermoso, esto: que el
pecado es una ofensa a Dios, pero también una oportunidad; la humillación para
darse cuenta de que hay otra cosa más hermosa, que es la misericordia de
Dios". Pensemos en ello.
¿Preguntémonos hoy: ¿cuánto amo a la Iglesia? ¿Rezo por
ella? ¿Me siento parte de la familia de la Iglesia? ¿Qué hago para que sea una
comunidad donde todos se sientan bienvenidos y comprendidos, para que se sienta
la misericordia y el amor de Dios que renueva su vida? La fe es un don y un
acto que nos afecta personalmente, pero Dios nos llama a vivir, juntos, nuestra
fe, como una familia, como Iglesia.
Pidamos al Señor de una manera especial en este Año de la
fe, que nuestras comunidades, toda la Iglesia, sean cada vez más verdaderas
familias que viven y traen el calor de Dios. Gracias.
(Traducción de Eduardo Rubió)
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